IMPORTANTE IDENTIFICARLO A TIEMPO
Repasamos los síntomas más frecuentes que nos deben hacer sospechar de una posible alergia y detallamos en qué consisten las pruebas habituales de alergia que se realizan en los niños.
Las alergias son un cuadro muy frecuente en la infancia (afectan del 15 al 25% de los niños) y en los últimos años se observa un aumento en su incidencia debido a factores como el calentamiento global o la polución.
La alergia se define como una reacción anormal del organismo debido a que responde de manera exagerada cuando entra en contacto con una sustancia procedente del exterior, a la cual, normalmente los demás individuos no reaccionan. Esta reacción inmunitaria exagerada puede afectar a diversos órganos: respiratorio, circulatorio, piel...
Las manifestaciones más frecuentes de una alergia suelen producir síntomas respiratorios aunque en ocasiones también cutáneas y digestivas. Los síntomas que deben hacer sospechar un problema alérgico son:
- Asma: Tos seca de predominio nocturno o desencadenada por el ejercicio, sibilantes respiratorios y dificultad respiratoria que mejoran con la administración de broncodilatadores (inhaladores tipo salbutamol).
- Rinitis: Estornudos repetitivos, secreción nasal acuosa, picor y obstrucción nasal perennes o intermitentes.
- Conjuntivitis: Enrojecimiento conjuntival, lagrimeo o picor de ojos.
- Dermatitis atópica: Eccemas con descamación, distribución típica de cada edad, picor, lesiones de rascado.
- Urticaria o angioedema: habones o ronchas en la piel que producen picor, intermitentes y relacionados con la ingesta de algunos alimentos.
- Alergia digestiva: Vómitos, dolor de tipo cólico, deposiciones blandas.
- Anafilaxia: Cuadro grave de inicio agudo con afectación de la piel o mucosas y al menos uno de los siguientes: compromiso respiratorio o hipotensión o síncope, hipotonía, incontinencia o síntomas gastrointestinales persistentes.
Cuando aparece alguno o varios de estos síntomas, los pediatras solemos solicitar pruebas de alergia para intentar identificar el alérgeno (sustancia que produce la reacción alérgica) y así llevar a cabo medidas evitativas o de tratamiento específico.
Las pruebas complementarias que se pueden realizar para identificar un alérgeno son:
1. In vitro
Mediante una analítica de sangre específica se determinan las inmunoglobulinas que reaccionan contra cada uno de los alérgenos más frecuentes. Por ejemplo, un valor elevado en sangre de la inmunoglobulina específica contra los ácaros indicaría que los síntomas alérgicos que presenta el paciente son debido a la exposición a éstos.
2. In vivo
Se realizan sobre el propio paciente. Se denominan también pruebas cutáneas (o prick test).
Las pruebas cutáneas (in vivo) son el principal método diagnóstico en alergia. Se pueden realizar a cualquier niño, sin límite de edad. Son sencillas de realizar, seguras, con escasas contraindicaciones, el resultado se obtiene rápidamente y tienen bajo coste.
Consisten en pinchar superficialmente (sin producir sangre) la cara anterior del antebrazo con una lanceta que contiene una gota de extracto de cada alérgeno concreto: ácaros, polen, epitelio de animales, fármacos... Tras 15 minutos de la aplicación se debe realizar la lectura identificando qué extractos han producido una mayor reacción en la piel, provocando una pápula o roncha de diferente tamaño. Consideramos que un alérgeno ha provocado reacción cuando la pápula es mayor a 3 mm.
En alergología es de crucial importancia una interpretación correcta de los resultados de estas pruebas ya que aunque el resultado sea positivo para un alérgeno si la exposición al mismo no produce síntomas no debería tratarse.
El tratamiento principal de las alergias, una vez identificado el factor desencadenante, es la evitación y en el caso de no ser posible o de padecer una alergia importante, la inmunoterapia, que es la vacuna que intenta modular el sistema inmune para que no reaccione al alérgeno.