PELIGRO DEL AGUA
Beber agua no potable o sin tratar conlleva grandes riesgos para la salud y no merece la pena jugársela. Muchas enfermedades se pueden transmitir a través del agua y hay que ser precavidos y actuar con responsabilidad.
Si fuéramos conscientes de la suerte que tenemos al abrir el grifo y obtener agua potable, deberíamos dar las gracias por cada vaso de agua. En ocasiones, después de los análisis rutinarios, se informa a la población de que esa agua no se puede consumir y hay que seguir las indicaciones si no queremos enfermar de gravedad. A veces, es mucho peor y surgen modas absurdas que animan a que bebamos "agua sin tratar". ¿Cuáles son los riesgos?
Parece que el cólera es algo que queda muy lejos en el tiempo, pero sigue matando a miles de personas que no tienen acceso al agua potable.
El cólera está causado por la ingesta de agua contaminada, pero no es la única, la fiebre tifoidea o la hepatitis se pueden transmitir también a través del agua no tratada.
Pero hay otro tipo de enfermedades que se originan en el agua y que son causadas por microorganismos que tienen parte de su ciclo de vida en el agua. Y esto nos ha tocado muy de cerca.
Hay un protozoo, más bien sus ooquistes, que son resistentes al tratamiento actual con cloro del agua. Este pequeño parásito intracelular ha puesto en jaque a varios pueblos de la provincia de Zaragoza, pero no son los primeros ni serán los últimos. Actualmente se está considerando una enfermedad emergente debido al aumento de casos (segunda causa más frecuente de gastroenteritis en niños, después del rotavirus).
El aumento del número de casos se relaciona con las condiciones de temperatura o movimientos de tierras provocados por las lluvias torrenciales relacionadas con el cambio climático. También puede deberse a vertidos ilegales en granjas con animales enfermos.
La peor parte de estas enfermedades es que no sólo llegan por el agua, sino que también pueden transmitirse por vía directa, de persona a persona o de animal a persona o a través del agua o alimentos contaminados con esa agua donde los microorganismos están presentes. Y, en muchas ocasiones, también podría haber transmisión a través de carne o vegetales que hayan podido estar en contacto con excrementos animales.
Por suerte, la cantidad de controles realizados de forma constante y rutinaria en nuestro agua de red, los mecanismos de potabilización y la buena red de saneamiento, colaboran en que el agua sea apto para el consumo en casi todo nuestro territorio.
Pero, en ningún caso, deberíamos beber agua en lugares donde tengamos la más mínima sospecha sobre su potabilidad. El riesgo es muy elevado. Y, por supuesto, las ocurrencias de beber agua sin tratar voluntariamente lo dejamos para los que no tienen mucho aprecio por su vida.
Hubo una época en la que incluso a los niños se les daba cerveza (nada que ver con la actual) porque decían era más segura que beber agua. Después vieron que una alternativa era hervirla, se filtraba a través de carbón o arena…Pero fue John Snow quien, en 1854, debido al brote de cólera que mató a 700 personas en una semana en un área de medio kilómetro de diámetro, quien utilizó cloro para desinfectar la bomba de agua que inició aquella epidemia. A finales del XIX y principios del XX se hizo común. Desde entonces, la OMS dice que se han salvado 173 millones de vidas en el mundo gracias a la cloración.