LOS EFECTOS DE LA ALIMENTACIÓN EN NUESTRO CUERPO
Cada uno tenemos uno, es personal e intransferible. Algunos nos enternecen, como el de los bebés, y algunos… bueno, ya sabes a los que me refiero, esos no. En el olor corporal influyen muchos factores y, entre ellos, también está lo que comemos. Así que sí, la dieta juega un papel importante en nuestro olor corporal, veamos cómo.
Para entender cómo la dieta afecta en nuestro olor corporal, es fundamental comprender la relación entre la alimentación y el metabolismo. Cada alimento que consumimos se descompone en nutrientes más pequeños (glúcidos, lípidos, proteínas) a través de procesos digestivos y luego estos se utilizan para proporcionar energía y mantener las funciones corporales. Durante estos procesos, se liberan compuestos químicos que pueden afectar la composición de nuestro sudor y otras secreciones corporales.
Esto ocurre con la presencia de compuestos sulfurados. Estos compuestos se encuentran en alimentos especialmente ricos en proteínas, como carne, huevos y productos lácteos. Cuando el cuerpo descompone las proteínas, puede producir subproductos sulfurados, como el ácido sulfhídrico, que tienen un olor característico a huevos podridos. Por lo tanto, una dieta rica en proteínas puede contribuir a un olor corporal más fuerte. De hecho, los gases también tendrán peor olor.
Algunos vegetales como el ajo y las cebollas contienen compuestos volátiles que pueden ser absorbidos por el cuerpo y luego liberados a través del sudor y la respiración, dando lugar a un olor distintivo. Del mismo modo, las especias y hierbas aromáticas pueden influir en el aroma corporal, aunque en menor medida. En el caso, por ejemplo, de los espárragos, tienen una molécula con azufre que, al descomponerse, provoca mal olor a la orina, semen o saliva y, por supuesto, sudor.
La dieta también puede influir en el equilibrio bacteriano de nuestro cuerpo, lo que a su vez afecta a nuestro olor corporal. El intestino humano alberga miles de millones de bacterias que desempeñan un papel crucial en la digestión y el metabolismo de los alimentos. Algunas de estas bacterias pueden producir compuestos volátiles que se excretan a través de la piel, contribuyendo al olor corporal. Un motivo más para cuidar a nuestras amigas las bacterias de nuestro intestino.
No solo lo que comemos influye, también lo que bebemos. Y esto es pura química (como todo). La ingesta insuficiente de agua puede provocar una concentración más alta de compuestos odoríferos en el sudor, lo que puede resultar en un olor más pronunciado. Por otro lado, una adecuada hidratación puede diluir estos compuestos y reducir el olor corporal.
Es importante tener en cuenta que el olor corporal no es necesariamente un indicador de mala salud. Todos tenemos un aroma natural que es único para nosotros. Por supuesto, no depende en exclusiva de lo que comemos, sino que esto puede variar según factores genéticos, hormonales y ambientales, además de la dieta.
Hay factores que no podemos evitar frente a los que tenemos poco margen de actuación más allá de una constante higiene, productos que nos ayudan a evitar el olor corporal fuerte o, incluso, tratamientos médicos.
Pero ya sabemos que la alimentación también influye y, sobre ella, sí podemos actuar. Basar nuestra alimentación en alimentos vegetales, cereales, legumbres, por encima de demasiada cantidad de carne o procesados, además de mantenernos más sanos, evitará que nuestro olor corporal sea más fuerte.