ESTE AÑO, NO TE QUEMES
Aunque la mayoría utilizamos unos y otros indistintamente, cada uno tiene su función. Aplicarnos el primer bote de crema solar que llegue a nuestras manos, sin valorar si es el que más nos conviene, puede condenarnos a tres días de aspecto de cangrejo, con las consecuencias que eso tiene para nuestra piel.
El protector solar tiene la función de resguardar tu piel de los efectos dañinos del sol durante el tiempo que estés expuesto a él. Al contrario de lo que se suele creer, un protector solar con factor 50 no asegura que puedas pasar el día completo en la playa sin riesgo de quemarte. El número que aparece en el envase hace referencia al menos o mayor tiempo que puedes estar expuesta sin volver a darte otra capa. Por eso, una protección alta no es garantía de piel blanca.
Los productos bronceadores y aceleradores del bronceado, sin embargo, se utilizan para ponerte morena antes. Utilizarlos como si de un protector solar se tratase es peligroso. Hay quienes se extrañan de haberse quemado después de aplicarse crema en repetidas ocasiones a lo largo de la jornada, pero… ¿Qué tipo de producto se estaban echando?
Por supuesto, existen bronceadores con protección para quienes quieren ponerse morenas cuanto antes pero les preocupa en envejecimiento de la piel y el riesgo de enfermedades derivadas de tantos años de quemaduras. Ahora bien, un acelerador de bronceado con protección solar 7 es exactamente lo mismo que exponerse sin ningún producto. Hay que elegir un factor superior a 20 y renovar la capa de crema cada dos horas.
Ten en cuenta que cada vez que entres en el agua o que te des la vuelta en la toalla, la crema que te aplicaras antes dejará de tener efectividad. Por eso es tan común quemarse los muslos, los hombros o la espalda, que han estado en contacto con el tejido mientras estabas tumbada y se ha quedado adherido a él.
Aprende a distinguir los productos y utilízalos con cabeza para que nada de esto te ocurra.