Acabemos ya con el lenguaje machista
¿Sabes cuántas palabras hay para llamar a una mujer puta? Más de 50. Sí, más de medio centenar de palabras pueden utilizarse para llamar prostituta a una mujer. Cambia el género y ahora piénsalo en masculino, ¿cuántas palabras te sabes para denominar a un hombre que ejerce la prostitución?
Del zorro la zorra, del del león la leona, del lobo la loba ¿a que cuando cambiamos la última letra de estas palabras ya no te suenan igual? Feminizar una palabra supone, automáticamente, convertirla en un término lleno de connotaciones negativas. ¿Por qué en la lengua española nosotras somos siempre las malas?
¿Sabes cuántas palabras hay para llamar a una mujer puta? Más de 50. Sí, más de medio centenar de palabras pueden utilizarse para llamar prostituta a una mujer. Cambia el género y ahora piénsalo en masculino, ¿cuántas palabras te sabes para denominar a un hombre que ejerce la prostitución? Vamos a rizar más aún el rizo, de esas palabras que te han venido a la cabeza cuando has pensado en los sinónimos de puta, ponlos ahora en masculino, ¿qué significados suelen tener? ¡positivos! Todo lo contrario a lo que ocurre cuando las feminizamos.
Que el lenguaje no es igualitario creo que ya lo hemos asumido. Es tan discriminatorio que, no solo los términos en femenino tienen una connotación menor y peor que los masculinos, sino que, además, todo lo relacionado con el mundo de las mujeres es un COÑAZO. Ahí tenemos otro ejemplo, no es que haya medio centenar de palabras que al cambiarles una letra tengan la intención de insultarnos, es que cualquier término que provenga de algo relacionado con las mujeres ya es malo de por sí. ¿Quién dice que coñazo sea una cosa mala? Sin embargo, cuando algo es la polla, es lo mejor del mundo mundial. ¿Casualidad? Dejadme que lo dude...
Las mujeres salimos mal paradas hasta de rebote. Somos las madres, las hijas, las y las y las de a quien pretenden insultar. Sea como sea el femenino siempre es negativo. Un término femenino también es un insulto, para un hombre claro. Probemos a llamarles nenaza, sus testículos se irán contrayendo produciéndose en ellos un rictus como si se estuvieran asfixiando. Es la masculinidad que les ahoga con sus propias armas.
El uso de la lengua
Me pregunto si somos conscientes realmente del uso sexista de nuestra lengua. A los señores de la RAE no les vamos a pedir cuentas, porque ya una está cansada de darse cabezazos contra el muro, pero tal vez sí podamos hacer algo en nuestro día a día educando y auto-educándonos. Porque no todo es enseñar, igual de importante es pararse y pensar en qué palabras solemos utilizar y ver si realmente estamos de acuerdo con ellas.
Habitualmente caemos en la trampa de pensar que al desdoblar las palabras y nombrar en femenino y masculino ya está todo hecho. Ya hemos corregido y creado un lenguaje inclusivo e igualitario, pero no. Siento deciros que esto no funciona así. No es suficiente con poner a, e y las vocales que queramos para que la o parezca menos mala. Si queremos un lenguaje realmente inclusivo hay que ir cambiando nuestros discursos cotidianos. ¿Qué me decís de nombrarnos en nuestras profesiones como médica, abogada, bombera...?
El refranero es una buena muestra de nuestra cultura machista y patriarcal. Haciendo memoria, pocos refranes me sé que alaguen a las mujeres o que al menos no les ponga un tono negativo. De nuevo ellos son los líderes, los que se llevan lo bueno, lo positivo, siempre como campeones en el juego de la vida. Mientras que a las mujeres se nos adjudican todos los males. Nuestra lengua está viva, y somos nosotras las que debemos tener ovarios, ponerlos sobre la mesa y poner fin a este uso despectivo hacia nosotras.
El cambio empieza aquí, mientras hablamos y discutimos, el feminismo en el lenguaje es ineludible y si nos nombramos positivamente seremos capaces de cambiar los significados dejando morir aquellos que solo pretenden hacernos de menos.