LOS PELIGROS DE TUS ELECTRODOMÉSTICOS
Existen muchos mitos sobre el uso del microondas. Algunos aseguran que provoca cáncer. Otros, que puede dejar infértil a quien lo use. No obstante, nada de esto es cierto. Aun así, sí que debemos tener cuidado a la hora de utilizar este electrodoméstico para calentar agua.
El microondas es un electrodoméstico indispensable en nuestras cocinas. Facilita mucho la labor de calentar los alimentos y en él se pueden preparar toda clase de sencillos y ricos platos. Sin embargo, es un aparato al que se le han atribuido toda clase de fenómenos perjudiciales. Algunos dicen que su radiación puede afectarnos, otros, que su uso puede alterar la composición de los alimentos. Pero nada de eso es cierto. Sin embargo, sí que debemos tener cuidado a la hora de calentar agua y otros líquidos en el microondas.
Aunque es poco frecuente, sí que puede producirse un fenómeno denominado ‘sobrecalentamiento’ cuando metemos un recipiente con agua en el microondas. Esta reacción puede hacer que los líquidos alcancen temperaturas superiores a su punto de ebullición sin llegar a hervir y pueden desbordar el recipiente, romperlo y causar quemaduras y heridas a quien se encuentre cerca.
Como explica la Organización Mundial de la Salud, “el agua hervida en una cocina convencional permite que el vapor escape a través de la acción de las burbujas cuando el agua empieza a hervir. En un horno microondas podría no haber burbujas sobre las paredes del contenedor y el agua estaría supercaliente y repentinamente podría hervir. Este repentino hervir podría estallar por una sola burbuja en el líquido o por la introducción de un elemento extraño como una cuchara”. De este modo, si decidimos calentar el agua en el microondas, debemos hacerlo durante poco tiempo, para que no alcance temperaturas superiores a los 100º C.
Además, el Centro de Seguridad de los Alimentos de Hong Kong aconseja dejar reposar el agua al menos unos 30 segundos después de haber sido calentada en el microondas. Así, tanto el recipiente como el líquido se enfriarán por la temperatura ambiente lo suficiente como para que no se produzca un estallido al moverlo o introducir en él cualquier tipo de sustancias.
Por otro lado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aconseja introducir azúcar, café u otras sustancias en el agua antes de meterla en el microondas. De este modo se evitará que el líquido alcance altas temperaturas de forma rápida y no se ‘sobrecaliente’ sin llegar a hervir.
El recipiente: un peligro añadido
Para que el agua hierva necesita superficies en las cuales las burbujas puedan adherirse. De esta forma, el agua líquida puede pasar a estado gaseoso sin sobrecalentarse. Sin embargo, si introducimos en el microondas vasos de cristal o tazas de cerámica es posible que, debido a que son superficies muy lisas, esta ebullición no se produzca.
De este modo, cuando saquemos este tipo de recipientes del microondas, debemos tener mucho cuidado si contienen líquidos. En el caso del cristal, más fino, tiene más posibilidades de agrietarse y, finalmente, romperse. Por tanto, no solo debemos tener cuidado con las quemaduras producidas por el agua caliente, sino también con los propios recipientes, que pueden explotar y producirnos cortes de distinta gravedad.
A pesar de todo, ¿es seguro el microondas?
La OMS afirma que los microondas son totalmente seguros. El diseño de estos aparatos asegura que la radiación esté contenida dentro del horno y pueda estar presente solo cuando el electrodoméstico esté encendido y la puerta cerrada. Además, aunque parte de estas microondas pudieran escapar, su efecto en el ser humano no es perjudicial.
Por otro lado, la radiación de este aparato no afecta en ninguna medida a la calidad de los alimentos ni altera su composición. No obstante, hemos de tener en cuenta que la capacidad de penetración de la misma en la comida no es muy elevada. De este modo, si introducimos un alimento grueso puede que no se cocine o descongele, dependiendo del caso, de forma homogénea. Así, hemos de tener cuidado y prestar atención al estado de los alimentos antes de ingerirlos, ya que, si no están correctamente cocinados, pueden suponer un riesgo para la salud.