CONSECUENCIAS DEL AZÚCAR
Te explicamos en qué consiste esta afección tan común propia de los pacientes que sufren diabetes.
Es muy habitual que cuando cumplimos años, las analíticas de control que el médico de cabecera nos manda nos indique que tenemos colesterol, triglicéridos, o azúcar. Tener alguno de estos indicadores alterado es relativamente normal.
Debemos de tener mucho cuidado en controlar estos resultados, pues pueden ser una muestra de problemas de salud mayores. La complicación más habitual es desarrollar diabetes, con todas las consecuencias que conlleva la enfermedad.
Hay personas que con controles periódicos, una dieta estricta y ejercicio regular pueden mantener la enfermedad a raya, mientras que otros pacientes deben medicarse de forma oral e incluso inyectarse insulina.
¿Qué es el pie diabético?
Una de las complicaciones más comunes de padecer diabetes es el desequilibrio de la glucosa en sangre. Esto puede provocar una mala circulación en las extremidades y falta de sensibilidad en los pies, que tiene como consecuencia la ulceración de los tejidos que forman el pie.
Las úlceras desembocan en heridas profundas en las plantas de los pies y las zonas cercanas al hueso -nudillos y dedos, sobre todo-.
Las úlceras en los pies se infectan fácilmente y esto, junto a los problemas de circulación, la afectación de los nervios y los vasos sanguíneos, aporta menor sangre a los tejidos, pudiendo conllevar cangrena.
¿Qué síntomas tiene un pie diabético?
El síntoma principal es la aparición de heridas y úlceras en el pie; pero, además, pueden aparecer hormigueos y calambres en las extremidades y ausencia de sensibilidad en los pies.
Cualquier contusión -en la zona plantar, los dedos o los talones- requiere de revisión; así como cualquier alteración en el pie como los dedos martillo, callosidades, grietas, eccema o micosis, dado que casi en la mitad de los casos en los que se diagnostica pie diabético los pacientes no presentaban ninguna sintomatología.
¿Se puede prevenir?
Desarrollar un pie diabético es común entre el 20% de los pacientes de diabetes Mellitus, por lo que la prevención es fundamental. Tener un pronóstico precoz puede evitar, además de terribles molestias, la amputación.
El tratamiento de un pie diabético requiere una visión multidisciplinar, pero principalmente las personas que son diabéticas deben tener un control exhaustivo de sus pies, programando revisiones podológicas cada 6 meses, a pesar de que no hayan sufrido heridas o úlceras de forma frecuente.
Además, se pueden llevar a cabo medidas preventivas como:
¿Cuál es el tratamiento adecuado?
En realidad, el mejor tratamiento para el pie diabético debería centrarse en la prevención para no desarrollarlo; sin embargo, una vez diagnosticado, se deben tratar las úlceras. Concretamente, se deben centrar los esfuerzos en aliviar la presión plantar y limpiar las heridas cuidadosamente para eliminar las posibles callosidades y el tejido que pueda formarse a su alrededor. Si hay infección, se suele recomendar tratamiento antibiótico y radiografías para asegurar que no llegue al hueso.
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