TU AMIGO FIEL
Si vemos que nuestro fiel compañero acude a su plato y lo mira con desgana, lo primero que debemos descartar es que no se encuentre mal.
Cada vez son más los perros que se niegan a comer el pienso para desesperación de sus dueños que se angustian con cada toma que se queda en el plato.
Al igual que los padres de niños mal comedores, se lanzan al océano de internet en búsqueda de trucos y recetas mágicas que les solucionen su problema. Y al igual que pasa con los niños, hay ocasiones en las que la cabezonería del sujeto en cuestión supera todas las expectativas.
Causas por las que un perro no quiere comer
Lo más importante ante esta situación es no ponerse nervioso y descartar la posibilidad de que no coma debido a que se encuentra mal. Para ello, lo más eficaz es ofrecerle una chuche o un trocito de jamón york y veremos si realmente esta malito o simplemente no quiere el pienso.
La siguiente duda que debemos despejar es si tiene dolor en la boca. Un simple vistazo a sus encías puede despejarnos toda duda.
Es muy frecuente la enfermedad gingival en las mascotas y un enrojecimiento de la encía sobre la raíz dental es motivo suficiente para negarse a comer pienso seco.
En este caso, mojar el pienso con agua templada suele ayudar bastante y nos da la respuesta definitiva que debemos comunicar a nuestro veterinario: A mi mascota le duelen las encías.
Por última opción, debemos asegurarnos de que el pienso no esté en mal estado. Es raro que esto ocurra, ya que los piensos de gama media y alta vienen perfectamente envasados para poder mantenerse abiertos mucho tiempo, pero es cierto que el exceso de humedad o el calor pueden deteriorar las proteínas y puede hacer que el perro se niegue a comer ese pienso.
En caso de que sí quiera comer chuches y no le duelan los dientes, tenemos que ver por qué rehúsa de comer pienso.
¿Por qué mi perro no come pienso?
Estos son los errores más frecuentes que suelen dar respuesta al hecho de porqué tu mascota no come pienso.
1. Dejamos la comida en el plato hasta que se termina
Este es un detalle muy frecuente, sobre todo en perros pequeños. Los propietarios tienden a pensar que el perro irá a comer cuando tenga hambre, pero los perros de razas miniatura no suelen tener un desgaste energético muy alto, por lo que la sensación de hambre es mínima y solo acuden a su plato cuando hay algo diferente que les llama la atención.
Lo más eficaz en estos casos es repartir su dosis diaria de pienso en 2 veces, mañana y noche, y quitarles el plato de comida a los 30 min, tanto si se han terminado la ración como si no.
Es muy importante que no pique entre horas ya que, de ser así, ese aporte calórico extra suele ser suficiente para que no le haga falta comerse la siguiente ración y aprenda que prefiere esperar a esos premios antes que comerse su dieta.
2. Le damos cosas fuera de su pienso
Al hilo del punto anterior, añadimos aquí todos esos restos de comida que caen por casualidad al alcance de nuestra mascota, ya que pueden ser motivo más que suficiente para que no tenga el más mínimo interés en comerse su pienso.
Un trozo de pan duro, un poco de manzana o un poco de arroz cocido puede suponer la mitad de las calorías que debe ingerir nuestro perro. Más allá de la saciedad que le produce, la textura y sabor de la comida casera es siempre superior al pienso y muchas veces se habitúan a esperar esas situaciones en las que pilla cosas caseras antes que ir a su plato a por su comida.
Si vemos que esta situación se repite demasiado a menudo, debemos erradicar todo aporte externo y dejar solo el pienso. Tras 3 o 4 días de cabezonería, volverá a comerse felizmente su pienso.
3. Compramos diferentes piensos para que no se aburra
Este también es un error más frecuente en perros pequeños. Con la nueva tendencia de humanizar a las mascotas, pensamos que debemos cambiar el sabor de su comida cada vez que se acaba el saco anterior.
Esta tendencia es un error, ya que el animal coge la costumbre de adaptarse y si detecta que el pienso es siempre el mismo y ya no hay cambios, tiende a dejárselo para favorecer que ocurra ese cambio.
No hay maldad ni maltrato en comprar siempre el mismo pienso. De hecho, el organismo de nuestra mascota funciona mucho mejor si se habitúa a digerir siempre la misma composición.
Si en algún momento puntual se le quiere dar un premio, podemos tirar de recursos naturales como pan o jamón york, en su justa medida y siempre que no haya alergias, antes que andar cambiando de pienso por rutina.
4. Mezclamos el pienso con cosas de casa
Esta costumbre se da más comúnmente en las casas de personas con cierta edad. Tienden a mezclar el pienso con arroz, pollo o sobras, con el pensamiento (erróneo) de que así se lleva más alimento y se lo comen mejor.
Este error viene de antaño, cuando los piensos para mascotas eran básicos y no estaban bien equilibrados.
Mejor alimento para un perro
Hoy en día, los piensos de gama media y alta tienen equipos enteros de nutricionistas veterinarios que controlan cada composición, cualidades organolépticas y proceso de elaboración de los piensos, por lo que una dieta comercial basada en pienso seco es la más equilibrada y mejor garantía de salud que podemos ofrecer a nuestra mascota. No es necesario suplementarla con nada, ni casero ni comercial.
Desde el punto de vista veterinario recomendamos encarecidamente la dieta basada en pienso seco ya que es la que garantiza un equilibrio en el organismo de nuestros animales.
No debemos sucumbir a sus cabezonerías ni chantajes. Ante todo, debemos tener claro que ningún perro se enferma de hambre teniendo comida.
Ojo con los gatos, porque ellos sí pueden tener una degeneración de su hígado si no come al menos cada 3 días, por lo que, en su caso, su cabezonería sí puede llevarlos a problemas importantes y debemos acudir al veterinario si vemos que ellos van ganando esta particular batalla.