Estamos ya un poco hartitas

Ocho cosas que a ti se te exigen (y a él se le perdonan)

Venga, creo que ya hemos evolucionado bastante como para admitir, todos y todas, que vivimos en sociedades machistas (sí, somos conscientes de que hay señoros pollaviejas que aún no reconocen esto, son como los hongos, difíciles de erradicar). Y partiendo de este reconocimiento, de mayor conciencia general de este hecho, debemos avanzar, sin pausa, hacia una igualdad más real de la que existe hoy en día.

Mujer con bebéiStock

Y eso pasa por muchas etapas, una de ellas es ser consciente de que a nosotras se nos exigen ciertas cosas que, si se dan en ellos, tienen “mejor prensa”, o sea, se ven mejor.

¿Cuáles? Ahí van unas cuantas:

- Abramos el melón del físico: no estamos en verano pero si no te lo crees, echa un vistazo a los quioscos cuando va llegando el buen tiempo. En primavera hay eclosión de polen y también de mensajes mediáticos sobre cómo debemos adelgazar las mujeres. Y perder celulitis. Y quitarnos estrías. Y parecer bellísimas. Se diría que no hay hombres gordos, con tripas colganderas, celulitis y estrías en las sociedades occidentales, ¿verdad? que no digo yo que cada vez se les exija también a ellos (que tampoco me parece), pero el nivel de exigencia es CLARAMENTE distinto. O sea, a nosotras se nos exige estar delgadas (mientras que ellos pueden tener tripa). Mala suerte, haber nacido en otro género, chica.

- Los pelos: y no nos referimos a las calvicies (aunque también habría mucho que decir sobre lo mal que se mira a una mujer con calvas en la cabeza y cómo se contempla a los calvos), sino a los de las piernas y las axilas. El hombre (sigue fuerte aquello de “el hombre y el oso cuanto más pelo, más hermoso”) puede ir alegre con sus pelambreras por la vida. Nos gusten o no, ellos las enseñan: en axilas, en pecho, en orejas, en piernas, en hombros… Pero ay si eres tú la que hoy va a la oficina con minifalda y sin depilarse.

- El paso del tiempo (la edad): haz la prueba. Si es ella la que sale con un señor más mayor, no pasa nada. Pero ay si ella es más mayor que él: lo primero está mejor visto que lo segundo, ¿por qué será? Y por supuesto, el paso del tiempo está mejor visto en ellos que en ellas. Tú, si ya tienes canas y eres mujer, te tiñes, que es lo que quiere la sociedad. Él, si ya tiene cierta edad y también las tiene, se las deja: porque le hacen interesante. ¿Cómo es posible que la misma cana a ellos les haga interesantes y a nosotras nos haga viejas?

- La crianza de los hijos: así os lo digo, lo de la liberación femenina fue un cuento. Nos vendieron lo de formarnos y trabajar, pero nos metimos un gol en nuestra propia portería porque ahora, aparte de trabajar fuera de casa, trabajamos también dentro y nos encargamos nosotras de los críos, ahí están las cifras de organismos internacionales que lo avalan. Sí, es cierto, cada vez más hombres se involucran en la tarea, pero, ¡queda tanto por hacer! Y, ¿no has oído alguna vez esa frase de “la niña iba despeinada al cole pero es que claro, él no sabe cómo peinarla. Demasiado hace el pobre”. Lo que se ve como una obligación si eres mujer (encargarte del crío y que éste vaya impoluto) se contempla como una tarea extra en caso del hombre. Y si lo hace mal, no recibe las críticas que recibes tú. Lo que nos lleva al siguiente punto...

Mujer al volante | iStock

- Saber de hijos: si eres tía parece que llevas un manual de serie sobre crianza y que tienes que saberlo todo. Porque eres mujer y eres la madre.

- Conducir bien: claro, porque como todas sabemos, ellos conducen todos maravillosamente bien. Y tú eres la que no sabes conducir, o lo haces regular, o no sabes aparcar porque claro, eres mujer. A nosotras no se nos perdona que lo hagamos “regulín”, mientras que a ellos se les presupone que lo hacen bien, porque será algo que viene de fábrica, vaya.

- Ir con cuidado por las calles: ellos pueden caminar libremente por las calles, más si es de noche. Nosotras tenemos que ir con cuidado y es lógico/sensato que les exijamos esto a nuestras hijas y hermanas porque claro, ¿cómo vas a querer volver tranquila a casa por la noche?

- Hablar bien: sin decir tacos porque en nuestra boca suena mal. “Sí, en la de ellos también, dice alguno, pero en vosotras peor”. Claro, es que decir “joder” suena más feo si sale de la boca de María y no de la de Juan.