ADICCIONES

¿Es normal ver porno todos los días?

El problema no es cuánto porno se consume, sino cómo condiciona a la persona el consumo del mismo.

En un mundo en el que estamos todo el día mirando el móvil, cuesta saber cuándo hacemos un consumo normal de las redes sociales o cuándo podríamos decir que somos adictos. Son de tal fácil acceso que las consultamos sin necesidad, y casi sin darnos cuenta. Algo parecido pasa con el porno. Antes, había que buscar un rato para ver una película de pago, como si fuera un momento especial. Ahora, simplemente estar solos en el baño puede ser una excusa para echar un vistazo a una página gratuita desde el móvil. Tanto es así que su consumo llega a ser algo que ni nos planteamos. Y así resulta complejo distinguir cuando hacemos un consumo normal o cuando podríamos decir que es adictivo.

Son muchas las personas que consultan precisamente por miedo a que su pareja sea adicta al porno. En algunos casos se trata de una alarma innecesaria, simplemente es que el consumo de porno sigue sin entenderse dentro de la pareja. En otros sí que existen ciertas señales de alarma que nos podrían llevar a tomar medidas.

La clave no es tanto saber si el consumo es diario, como saber hasta qué punto la persona se ve condicionada por ese consumo, tal y como aclara la terapeuta de pareja Elena Crespi. “El consumo es abusivo cuando condicionamos nuestra vida para ver porno, o cuando se convierte en la única manera de excitarnos”. Es decir, que el resto de prácticas se nos queda vacía si no hay porno de por medio, o dejamos de hacer planes o actividades diarias con tal de quedarnos viendo porno en casa. O cuando no somos capaces de estar sin ver porno y nos acabamos metiendo en el baño de un bar o de la oficina.

Pornografía | iStock

Hay que distinguir entonces cuando se da un consumo preocupante, a un consumo que, aunque sea habitual, no supone ningún problema, pese a que a la pareja se lo parezca. “Hay quien no comprende que la pareja vea absolutamente nada de porno, lo percibe como una infidelidad o algo prohibido. En estos casos lo que habría que trabajar no es la adicción al porno, sino la necesidad de quitar esos tabús”. Al fin y cabo la sexualidad es de cada uno y solo compartimos una parte de ella. Tener pareja no implica perder el deseo de masturbarse, con o sin porno. Son prácticas complementarias y no contrarias.

En el caso de que realmente la persona, sea una pareja, un amigo o un familiar, sí que dé señales de estar condicionada por el consumo de pornografía, hay que hacer lo mismo que con cualquier otra adicción. “Una adición conlleva una falta de control que, a menudo, no puede trabajarse sin apoyo profesional”.

Si la adicción al porno se da en un contexto de pareja, lo que habrá que tener en cuenta es que al igual que el adicto necesita ayuda, generalmente la pareja también necesita de un experto que le dé herramientas para enfrentar el problema. “Es necesario que reciba un apoyo en esta situación, con la perspectiva de un profesional, sobre qué hacer y cómo ayudar o qué esperar de la terapia”.

Pese a ello, el problema es que muchos casos la adicción al porno no se trata debidamente, y es cuando empiezan a surgir más problemas, por eso es importante detectar las señales de alerta y abordarlo sin tabús. “Una adicción es una adicción, sea a lo que sea, y debe tratarse como tal. Parece que la adicción al sexo se infravalora porque vivimos en esta sociedad hipersexualizada, pero acarrea muchos problemas”, concluye la experta.

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