SALUD ANIMAL
Es fundamental dejarse aconsejar únicamente por la opinión de los que realmente están formados en la materia.
Mucho se ha hablado sobre la castración en las mascotas, sobre si es beneficioso o perjudicial. Se suele opinar sobre la experiencia de cada uno, el modo en que lo ha vivido siempre, lo que habla un vecino en la escalera.
Es fácil comentar y declarar como una verdad absoluta lo que se cree que se sabe, sin caer en la cuenta de las repercusiones que puede tener en terceros.
Como en otros aspectos de la vida, es fundamental dejarse aconsejar únicamente por la opinión de los que realmente están formados en la materia.
Desgraciadamente hay mucho intrusismo profesional en el ámbito de la veterinaria, sobre todo en cuanto a la gestación y primeros cuidados de los cachorros y en alimentación a nivel general.
Con este artículo se pretende aclarar, o por lo menos exponer de manera profesional los pros y contras de las esterilizaciones tanto en machos como en hembras en las distintas especies que conviven con nosotros.
Comenzaremos con los felinos. Prácticamente un 85-90% de los gatos que conviven con los humanos son esterilizados en el primer año de vida.
Los machos poseen un olor corporal y de marcaje muy intenso en el momento que se desarrollan sexualmente y hace realmente difícil su convivencia en familia. La intensidad del celo de las hembras hace que sean incapaces de quedarse en casa y se escapan durante días, entrando en peligrosas peleas con otros gatos o viajando kilómetros, atravesando calles, en busca de sus amadas. Al regresar a casa, raro es el gato que no trae alguna herida, absceso, fractura o pérdida de peso significativa.
Con este panorama, la decisión final más adecuada para el gato es la castración.
Lo ideal es hacerlo sobre los 6 meses de edad, en cuanto empiezan los primeros signos de estimulación y desarrollo sexual. Aunque en muchos centros les castran en sus primeras semanas de vida, hay que recordar que el aparato urinario va ligado al desarrollo genital y una temprana castración hace que la uretra y otras estructuras se queden inmaduras, pudiendo producir alteraciones e infecciones en la edad adulta, por lo que no se recomienda la castración antes de los 5 meses.
Las hembras, como ya comentamos en nuestro artículo anterior, tienen un celo muy particular y angustioso, con gran desgaste y ansiedad para nuestra mascota, por lo que la castración no solo es recomendable sino beneficioso ya que, además, se ha comprobado en multitud de estudios que la castración antes del primer celo reduce en un porcentaje muy alto la posibilidad de desarrollar tumores de mama en un futuro, así como infecciones uterinas, tumores ováricos, etc.
Al igual que los machos, la mejor opción es esterilizarlas sobre los 5-6 meses de edad, para asegurarnos que su desarrollo esta lo más próximo a su fin, aunque sigan creciendo en tamaño y peso aún unos meses más.
En los perros el asunto varía un poco ya que la norma no es igual para las hembras de razas mini-toy que en las grandes.
Las perras que alcanzarán un peso de adulto mayor a 10 kg, necesitan desarrollar sus huesos al 100% . La línea de crecimiento de los mismos necesita el influjo de las hormonas sexuales para ser selladas y depositar eficientemente tanto el calcio como el fósforo. En estos casos la recomendación es esterilizarlas pasado el primer celo. En las razas mini se puede hacer antes del primer celo ya que la diferencia en la resistencia o sea, no va a verse significativamente alterada y sí tienen más beneficios a largo plazo.
En los machos se usaba el mismo criterio que en las hembras hasta hace pocos años. Estudios recientes han demostrado que a largo plazo, la privación de testosterona sí tiene repercusiones y puede predisponer a algunas enfermedades en la edad adulta, por lo que la recomendación actual es castrar a partir de los 4-5 años, en prevención de tumores testiculares y alteraciones prostáticas.
Es fundamental actualizarse y dejarse aconsejar por aquellos que realmente estudian las enfermedades en su conjunto ya que las costumbres o hábitos establecidos como normas no hacen más que anclarnos en los conocimientos del pasado, sin dejar a la medicina avanzar, y privan a nuestras mascotas de todos los conocimientos que, gracias al esfuerzos de muchos veterinarios, pueden recibir a día de hoy.