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Mascarillas: no es sólo cuál utilizas sino cómo lo haces

El debate sobre qué mascarilla es la mejor está servido: en la calle y en los medios. Se empieza a oír que quieren hacer obligatorias las FFP en determinadas circunstancias porque protegen más.

Ciertamente, en lugares como Alemania se han hecho obligatorias las FFP y las quirúrgicas (cualquiera de las dos) en transporte público y edificios oficiales. Desde hace un tiempo, en muchos hospitales de España se prohíbe el acceso sin mascarillas quirúrgicas.

Todo esto son actuaciones lógicas que tienen una explicación: al inicio de la pandemia sufrimos un desabastecimiento importante de mascarillas quirúrgicas y FFP con lo que se autorizaron en España la fabricación de mascarillas higiénicas reutilizables y no reutilizables, ambas con capacidades de filtración superiores al 90% y respirabilidades menores a 60 Pa/cm2. Estos datos se cumplen si se siguen los requisitos de la norma. Pero claro, hecha la ley, hecha la trampa. Nos hemos encontrado con laboratorios que no están acreditados para esos tipos de ensayos o con fabricantes que simplemente no cumplen los requisitos. Añadimos a esas dificultades, la imposibilidad de saber a simple vista si la mascarilla que se lleva es correcta o no. En Europa ha ocurrido lo mismo, pero, además, la norma a la que ellos hacen referencia tiene un requisito de filtración del 70%, mucho menor al 90% que se exige en España.

Viendo los datos de contagios, era necesario exigir un tipo de mascarilla concreto en ciertos lugares críticos donde hay mucha acumulación de personas, durante mucho tiempo y sin ventilación.

Independientemente de la lógica de las nuevas recomendaciones y de la importancia de usar la mascarilla adecuada en cada momento adecuado, a las autoridades se les olvida comentar dos factores claves en la utilización de mascarillas. Y no se oye comentarlo pese a lo fundamental que es para proteger y estar protegidos. Hablamos de la correcta colocación y del tiempo de uso.

Sin remarcar esto en cada comentario que se haga sobre mascarillas, de poco sirve que insistamos en un tipo o en otro.

El objetivo de la mascarilla es que el aire que exhalamos y, en diferentes medidas, el que inhalamos (92% en FFP2 y 70% en quirúrgicas), sea siempre filtrado. Y sin una correcta colocación esto no ocurrirá. Si nos remitimos a las evidencias de los aerosoles, exhalar o inhalar aire sin filtrar en una zona sin ventilación donde hay mucha gente con la mascarilla mal colocada, estaremos aumentando la posibilidad de contagio. Y eso es independiente del tipo de mascarilla que estemos utilizando.

Las FFP tienen una forma que las hace más estancas, pero con la cantidad de oferta que tenemos actualmente y asumiendo que la cara de cada uno es distinta, vemos con frecuencia que en la parte de la nariz no se ajustan correctamente, lo mismo ocurre con la barbilla. Debemos buscar una mascarilla que tenga el metal de ajuste central que podamos ajustar y garantice la estanqueidad de la mascarilla. Hay una talla más pequeña (las que ahora llaman “mascarillas infantiles”) que podría ser una solución.

En el caso de las quirúrgicas, además de poder no ajustar bien en la nariz y barbilla, añadimos los laterales porque el que puede salir hacia atrás, aire sin filtrar.

Mascarilla | iStock

Una opción es utilizar los “salvaorejas” que se pusieron de moda para que las gomas no hicieran daño pero de aquel objetivo inicial podemos sacar un efecto secundario mucho mejor: hacer que las mascarillas ajusten mejor fijándolas a la cabeza y no a las orejas (como tenían las FFP tradicionalmente). Para ello, hay que ajustarlas por encima de la oreja, si lo hacemos por debajo de ella, podremos incluso dejar más huecos aún. Ajustamos lo máximo posible en cualquiera de las tres opciones que tiene y confirmamos que ha sido efectivo.

Esto sirve para cualquier tipo de mascarilla. Con un mejor ajuste estaremos más protegidos y protegeremos mejor al resto.

Últimamente han salido al mercado también unos accesorios que se ponen encima de la mascarilla quirúrgica acentuando este ajuste. Sea lo que sea, si hace que ajuste mejor, será una buena idea.

Por otro lado, tendríamos el tiempo de uso, las FFP, según instrucciones del fabricante, tienen un tiempo máximo de uso de ocho horas. En el caso de las higiénicas o quirúrgicas estaríamos hablando de entre cuatro y seis horas.

Una mascarilla FFP con tres días de uso, no garantizará la filtración necesaria para proteger ni protegernos. Sin los factores de colocación y tiempo de uso encima de la mesa, el debate de qué mascarilla es mejor no sólo se queda cojo, sino que es absurdo.

Mascarilla correcta, bien colocada y dentro de las horas indicadas de utilización. Así, sí.

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