Hazte escuchar ya
Sabes que va a pasar. Por mucho que te lo prepares, por mucho que te esfuerces, sabes que un hombre te va a volver a explicar algo, porque tú, pobre mujer, no tienes ni idea de eso, sea lo que sea eso. Pero ya estamos hartas y a la próxima vas a saber muy bien qué contestarle.
El mansplaining es ese gran momento en el que una voz te manda callar, se eleva sobre la de todas y da una magistral aclaración. Esa sabia voz es la de un hombre y esa otra que se va apagando es la tuya. Nos ha pasado a todas. Nos ha pasado en el trabajo, en el que el nuevo viene a darnos una lección sobre lo que llevamos haciendo durante años. Nos pasa en el médico que nos dice cómo debemos sentir porque parece que no tenemos ni idea de qué sucede dentro de nosotras. Nos ocurre durante eventos sociales donde la opinión y experiencia de las mujeres se convierte en algo anecdótico y, vamos a ser sinceras, nos pasa en todos los ámbitos de nuestra vida.
Tengo que admitir que por mi cabeza pasan muchas cosas cuando vivo situaciones así, pero la que más uso es el látigo de la indiferencia. Dejarlo pasar, darme media vuelta y obviarle. Pero al mismo tiempo esto me hace sentir mal y me pregunto por qué no soy capaz de responder y devolvérsela.
Desde que esta palabra, mansplaining empezara a formar parte de nuestro vocabulario ha sustituido al cuñadismo de las comidas familiares. Y es que Rebecca Solnit nos dio la calve con su libro 'Los hombres me explican cosas', donde puso de relieve en 2014 esta realidad. Sí, en 2014 y ¡aún no sabemos cómo contestar!A veces hasta nos hemos reído de la típica machoexplicación (ahora la Fundéu quiere que lo llamemos así), pero chicas, yo creo que ya es suficiente, hay que tomar medidas y aprender a poner en valor nuestras opiniones, por eso apunta estas 5 formas de responder a ese mansplainer al que te enfrentas.
1. Habla más y más alto
Estudios sobre el comportamiento social han detectado que los hombres hablan más y más alto. Esto hace que las intervenciones de las mujeres sean menos y siempre usando un tono medio o bajo. Por eso de no querer ofender a nadie. Sin embargo, para ellos socialmente está establecido el derecho para hablar fuerte y que su voz prepondere a la de los demás. ¿Qué hacer ante esto? Hablar. Toma la palabra. No te cortes, habla cuando quieras decir u opinar sobre algo. Nos han castigado diciendo que nuestras opiniones no tienen el mismo valor y que de muchos asuntos no sabemos. Pero es simplemente un arma para que las mujeres nos sintamos inferiores. No te avergüences, eleva la voz y muestra tu opinión.
2. Argumenta
Otro de los tópicos es que hablamos por hablar sin tener conocimiento del tema, porque bien es sabido que cuando ellos se permiten opinar sobre cuestiones femeninas e incluso feministas saben mucho del tema, ¿verdad?. Para que no te corten y seas tú quien le ponga a él en su lugar argumenta. Da explicaciones, si quieres claro, y haz ver que sabes muy bien de lo que hablas. No tienes que demostrar nada, pero para que cierre esa bocaza a veces se necesita de ingenio y de una respuesta que le deje en su sitio.
3. Alíate
Somos muchas las que estamos en la misma posición y seguro que a tu alrededor alguna vez has observado una situación así, no mires a otro lado y busca aliadas y aliados. Personas que te apoyen en tus opiniones y argumentos y que entre todas y todos consigáis que sea su voz la que quede por debajo cuando haga un mansplaining.
4. Explícaselo
Vale, hay que tener la paciencia necesaria para mirarle y preguntarle si sabe lo que está haciendo. Pero seguro que le hace pensar. Cuando veas que su actitud es esa, párale y explícale qué está haciendo, que busque qué significa y que se pregunte por qué lo hace. ¿Conseguiremos algo así?.
5. Sé una womanplaining
No sé si te va la venganza, pero... igual no es una mala idea ponernos al otro lado. Cuando su verborrea comience, párale y empieza a preguntarle. Muéstrate muy interesada por todas las explicaciones que te estaba dando y pídele una explicación tan pormenorizada que se dé cuenta de que tú eres la experta en el tema y que debe respetar tu opinión y luego si quiere aportar la suya.
Y si nada de esto funciona, te convence o simplemente no tienes el día para contemplaciones, el látigo de la indiferencia siempre estará listo para ti.