¿QUÉ HAY DE MITO?
Si lo quieres usar como excusa para que los peques no coman chucherías, aunque esté feo mentirles, es tu decisión. Pero no, las lombrices no salen por comer dulces. En cambio, sí puedes enseñarles que una correcta higiene en general y de manos en particular, puede evitar los contagios.
Noches inquietas, irritabilidad, pesadillas y picor en zona perianal, estos son algunos síntomas que nos pueden llevar a la sospecha de que en el cuerpo de nuestro pequeño han entrado habitantes no deseados. Para confirmarlo, podemos comprobar si en sus heces se encuentran unos pequeños gusanos -menos de un centímetro-, blancos y con movimiento.
También se pueden ver, mejor durante la noche, en la región perianal del pequeño. Si así no se ven, pero continúan las sospechas, se puede realizar el test de Graham donde los huevos se verán en el microscopio después de haber estado en contacto con un celo en la región anal.
Conozcamos un poco más a estos pequeños parásitos
Coloquialmente, las llamamos 'lombrices', pero de esta especie hay varios tipos. Las que nos afectan son las que reciben el nombre en concreto de Enterobius vermicularis. Son el parásito más frecuente en menores de 15 años, con casi un 40% de casos.
Se suelen llamar Oxiuros, son nemátodos, gusanos pequeños con forma de huso y color blanco. El ser humano es su huésped, del que se alimentan y al que utilizan para mantenerse. Rara vez se presentan complicaciones, como buen parásito, no quiere acabar con su huésped o se le acaba su fuente de alimento. Eso sí, harán lo posible para llegar a más huéspedes y mantenerse lo máximo posible en el que han encontrado.
Comencemos en el intestino. Allí eclosionan los huevos que se han ingerido -ahora vemos cómo llegan allí cerrando el ciclo-. Los adultos se trasladan al intestino grueso y las hembras bajan hasta la zona anal durante la noche para depositar unos 10.000 huevos que se adhieren a la piel. Este movimiento de las hembras, junto a la secreción pegajosa que favorece la adhesión de los huevos, es el responsable de ese picor nocturno.
Y cuando pica, te rascas. Y cuando te rascas, algunos huevos quedarán adheridos bajo tus uñas, en las manos, otros en las sábanas… Desde las manos, los huevos pueden volver a la boca del mismo huésped, a la boca o manos de otro huésped -transmisión feco-oral- o pasar a alimentos y objetos donde pueden permanecer hasta dos semanas esperando un nuevo alojamiento. Ya está, el ciclo de la lombriz se cierra, ellos garantizan su supervivencia y nosotros un disgusto.
¿Qué hacer si detectamos lombrices?
La mala noticia es que, si el niño las tiene, no es descartable que el resto de la familia también. La buena noticia es que son fácilmente eliminables. Primero es necesario acudir al médico para que prescriba mebendazol, que es el tratamiento de elección en estos casos. Lo tomará el niño y el resto de la familia con la precaución de repetir el tratamiento después de 15 días porque solo destruye el parásito, no los huevos; así que hay que eliminar las lombrices adultas que se hayan desarrollado a partir de los huevos en ese tiempo.
Pero la higiene es fundamental. Aquí van algunas recomendaciones importantes:
Como veis, todas ellas son prácticas que deberíamos hacer habitualmente sin que sea necesario haberse infestado de lombrices, pero nunca está de más recordarlas, no solo por este parásito en concreto, sino por muchas enfermedades más.
No es necesario cambiar el tipo de alimentación por este tema -también es algo que debemos cuidar siempre- ni separar al niño de otros, siempre y cuando se mantengan todas las medidas de higiene.
Como en los adultos, los niños asumen mejor las recomendaciones cuando son ciertas -higiene, lavado de manos- que cuando son bulos y amenazas -si comes chucherías te saldrán lombrices-.
La realidad siempre supera a la ficción.