CONSEJOS

La lejía y el vinagre de limpieza no vale para todo: Falsos mitos que pueden estropearte la casa

Tener la casa limpia es el objetivo de todos, pero para ello no debemos hacer caso de todo lo que oímos. Hay creencias extendidas sobre la limpieza que no tienen base real, y podemos acabar estropeando aquello que en realidad queríamos dejar impoluto.

A todo el mundo le gusta tener su hogar limpio y ordenado, y para conseguirlo muchas veces debemos hacer oídos sordos a los trucos y consejos de conocidos y amigos. Los conocidos "remedios caseros" que tanto gustan y que tanta difusión obtienen en las redes sociales muchas veces pueden tener un efecto adverso, haciendo que precisamente aquello que queríamos que quedara reluciente termine destrozado.

Uno de los productos de limpieza más frecuentes y de los que peor uso se le da es la lejía. Todas las casas cuentan con una botella de lejía, pero realmente no es un producto tan versátil como se puede pensar. Una de las características principales de la lejía es su agresividad, provocada por sus niveles de oxidación. Esta propiedad del producto hace que sea muy útil para limpiar prendas blancas, reactivando su color, pero al mismo tiempo puede ser muy dañina para otros materiales si no se trata el producto adecuadamente. Dado que la función principal de la lejía no es limpiar, sino desinfectar, diluirla bien es fundamental para poder mantener el color de las prendas.

Lejía | iStock

Al igual que hay que tener cuidado en el uso de la lejía, sabiendo que no es un producto que se pueda utilizar con la facilidad que se puede pensar, el vinagre de limpieza pasa por un caso parecido. La acidez que tiene el vinagre hace que pueda dañar superficies y que no sirva como desinfectante. Para que este líquido funcione bien para desinfectar debe mezclarse con otros productos que le permitan librarse de las bacterias y cumplir con su función.

Quizá alguna vez también habrá escuchado que los cristales no pueden secarse al aire porque pueden estropearse, pues esta idea también se trata de una creencia popular basada en un mito. El único problema que puede provocar el hecho de secar los cristales al aire es que puede pasar que las gotas u otros restos del limpiador puedan quedarse pegados y visibles en el cristal, ya que no se han retirado con un papel o un paño. Las redes sociales son plataformas que contienen una gran cantidad de bulos, y es por eso que debemos comprobar que el contenido de los videos que vemos es cierto en lugar de creerlo a ciegas.