SALUD ALIMENTARIA
Las estrías blancas que vemos en los filetes que compramos en el supermercado son producto de una enfermedad muscular que afecta a los pollos de granja que han sido modificados genéticamente u hormonados según varios estudios.
El pollo es uno de los alimentos básicos de la dieta de muchas familias en todo el mundo. Su carne es rica, sabrosa, baja en grasas y bastante económica. Sin embargo, es fundamental que prestemos atención a varios factores antes de comprar una pechuga de pollo u otra, ya que su aspecto puede decirnos mucho acerca de su calidad. Por ejemplo, las estrías blancas que vemos en algunos filetes son un signo de que el pollo al que pertenecían padecía una enfermedad muscular.
Una campaña llevada a cabo por Compassion in World Farming (CIWF), una asociación que lucha por el bienestar de los animales de granja, asegura que hasta el 96% de los pollos de corral pueden presentar problemas musculares. Esto se debe a que poseen un 224% más de grasa que los criados fuera de las grandes granjas avícolas industriales.
Los pollos pueden ser manipulados genéticamente para acelerar su crecimiento y que este sea mucho mayor. De este modo se consigue mucha más carne para la venta. Además, suelen vivir en espacios pequeños junto a otros cientos de aves. Esto tiene como resultado una peor calidad de la carne y músculos poco sanos, con más grasa y menos proteínas.
Como informa el Consejo Nacional del Pollo estadounidense, el pollo ha aumentado de peso considerablemente en los últimos años. En el año 1925, el peso medio de un ave de corral era de 2,5 kilos. En los años 90, este casi se duplicó y, actualmente, un pollo puede alcanzar los 6,32 kilos. Por supuesto, al mismo tiempo que el tamaño de estos animales aumentaba, su esperanza de vida disminuía. Mientras que en los años 20 una gallina podía vivir una media de 112 días antes de ser vendida para su consumo, actualmente ese tiempo se ha reducido hasta los 47 días.
Según CIWF, la presencia de estrías blancas en el pollo es el resultado de una enfermedad similar a la distrofia muscular humana. Esta causa mucho dolor a los animales y afecta a su calidad de vida, así como a la calidad de la carne que después se extrae de ellos.
Otro estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina del Centro Nacional de Información Biotecnológica asegura, del mismo modo, que la calidad de la carne de pollo que presenta estrías blancas es peor. Además, esta afección avícola no solo afecta al valor nutricional del filete, sino, también, a su sabor y a su ternura, ya que contiene mucha más grasa de la que debería.
Las Universidades de Arkansas y Texas llevaron a cabo un estudio conjunto para averiguar el impacto que estas rayas blancas tienen en el pollo. Así, realizaron un experimento en el que participaron 285 aves. El 96% se vio afectada por la presencia de rayas blancas.
“Los resultados de este estudio sugieren que los grados severos de rayas blancas y leñosas (dureza), juntas o por sí solos, impactan negativamente algunos aspectos de la calidad de la carne, especialmente atributos de capacidad de retención de agua como pérdida de cocción y absorción de adobo de los filetes de músculo entero. Ambas anomalías tienen el potencial de afectar en gran medida la industria avícola, especialmente en el procesamiento posterior y / o el servicio de alimentos donde la carne de pechuga de a menudo se utilizan pollos de engorde deshuesados”, concluía la investigación.
¿Puede llegar a afectar a nuestra salud?
No existen estudios que evidencien que estas estrías blancas puedan llegar a afectar a la salud humana, aunque sí deterioren la calidad de la carne y el valor nutricional de la misma. Presentan un elevado porcentaje de grasa por lo que, aunque no afecta directamente a la salud, no aporta las proteínas necesarias que sí nos daría una carne de pollo sana.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, desde principios los 60, el consumo mundial per cápita de huevos casi se ha duplicado, mientras que el consumo de carne de aves de corral se ha quintuplicado. El mayor crecimiento se ha registrado en Asia y América Latina. Además, se prevé que entre los años 2000 y 2030 la demanda per cápita de carne de aves de corral aumentará un 271% en Asia Meridional, un 116% en Europa Oriental y Asia Central, un 97% en Oriente Medio y África del Norte y un 91% en Asia Oriental y el Pacífico.