Cuando un niño comienza a caminar es normal que la marcha sea torpe, inestable e insegura. En ocasiones el niño aprende a andar con las piernas muy abiertas, sin flexionar las rodillas o de puntillas, y este aprendizaje se va perfeccionando progresivamente hasta alcanzar una marcha normal.
La marcha en puntillas es un trastorno muy común los primeros años de vida que afecta aproximadamente al 5% de los niños y que genera mucha ansiedad a los padres por su posible asociación con problemas neurológicos graves.
En este artículo se exponen los signos de alarma que nos hacen pensar en una patología subyacente a la marcha en puntillas y los tratamientos disponibles para este trastorno.
Marcha de puntillas: hasta los 3 años es normal
Durante el proceso madurativo de la adquisición de la marcha es frecuente que los niños caminen de puntillas de forma transitoria, considerándose como una variante de la normalidad hasta los 3 años de vida. Algunos niños más mayores persisten con este hábito a pesar de no tener ninguna alteración neurológica o traumatológica. Esta situación se conoce como “marcha en puntillas idiopática”
- Se trata de un diagnóstico de exclusión.
- Se da en niños sanos y sin ningún trastorno aparente.
- Estos niños caminan de puntillas de forma bilateral, pero si se les pide que apoyen la planta del pie al andar lo consiguen, así como en reposo.
- Esta marcha puede empeorar en situaciones de ansiedad, fatiga o estrés.
A partir de los 3 años consulta con tu pediatra
Un niño que camina de puntillas más allá de los 3 años de edad debe valorarse cuidadosamente en la consulta de pediatría para descartar enfermedades neurológicas o traumatológicas asociadas:
- Antecedentes familiares de marcha en puntillas. Es frecuente que en estos niños haya antecedentes familiares hasta en el 50% de los casos.
- Factores de riesgo en el parto: Bajo peso al nacimiento, prematuridad, características del parto y posibles complicaciones.
- Valoración de los hitos del desarrollo: edad de inicio de la marcha, gateo o sedestación, desarrollo del lenguaje, etcétera.
- Uso de tacatá, andador o cualquier dispositivo para favorecer la marcha. El tacatá altera completamente el patrón de pisada, pudiendo provocar aumento del tono muscular y marcha en puntillas.
- Signos de acortamiento del tendón: Dificultad para doblar el pie hacia arriba con la pierna estirada y tumbado.
- Signos de afectación neuromuscular: debilidad muscular, es decir, dificultad para ponerse de pie, subir o bajar escaleras, intolerancia al ejercicio, torpeza mantenida, entre otros.
- Signos de afectación cerebral o medular: aumento del tono muscular o de los reflejos osteotendinosos.
- Trastorno del neurodesarrollo asociado: retraso del lenguaje, trastorno del espectro autista, déficit de atención e hiperactividad.
Tratamiento para modificar la marcha
Si se trata de una marcha idopática en puntillas -habiendo descartado otras causas- la evolución es satisfactoria en la mayoría de casos sin necesidad de tratamiento. El 60% de los casos remiten a los 5 años y el 80% a los 10 años sin tratamiento ninguno.
A pesar de esto, la incertidumbre sobre la evolución natural a largo plazo hace que se empleen varios tratamientos para el manejo de este trastorno:
- Ejercicios de estiramiento del músculo tríceps sural: mantenerse en cuclillas apoyando el talón en el suelo o caminar por rampas ascendentes, por ejemplo.
- En casos más severos o niños más mayores se utilizan férulas ortopédicas o nocturnas que realizan un estiramiento mantenido.
- Cuando la evolución no es del todo satisfactoria, se debe plantear la infiltración de toxina botulínica que relaja la musculatura y previene las deformidades.
- El tratamiento quirúrgico -alargamiento del tendón de Aquiles- solo se aconseja en pacientes con un acortamiento evidente y en los cuales no han sido efectivos el resto de tratamientos.