GOLOSINAS
Son tu perdición y lo sabes: como entren en casa, acabas comiéndolas. Son las chuches y a casi todas nos gustan. Otra cosa es que nos convengan.
Hay tantas como gustos diferentes: los jamones (llamados también nubes); las fresas, las moras, las colas, los regalices, las cerezas, los plátanos, las dentaduras… Nos referimos a las golosinas y chuches, esas que te hacían brillar los ojos cuando eras pequeña y que ahora, si entran en casa bien porque tengas hijos bien porque alguien las llevó, acaban terminándose pronto. Es común verlas también en la hora del gin-tonic, como acompañamiento al alcohol (en lo que es un binomio mortal de azúcar más azúcar, todo hay que decirlo).
Son irresistibles, ¿verdad? Quizás te estés planteando si hay alguna chuche que pueda ser más saludable que otra. Te vamos a quitar la ilusión pronto: no. No hay ninguna chuche que sea más saludable que otra porque todas son básicamente, azúcar. Y ya sabes que el azúcar es mal en general: las golosinas no sacian, no aportan minerales, ni vitaminas, ni proteínas.. Lo único que aportan es azúcares libres, son fuente de calorías vacías es decir, sin valor nutricional así que donde mejor están es… fuera de tu casa.
¿Cómo se hace una chuche y qué lleva en su composición?
En su mayoría, gelatina (o sea, tejido conjuntivo de cerdo, casi siempre piel y cartílagos) y azúcares, denominado como tal o llamándole jarabe de glucosa, y colorantes. Grosso modo es lo que hay en esos ositos tan coloridos y tan palatables (por cierto que los ositos, que son gelatina y colorantes, llevan por fuera también cera de abeja natural, que les da ese aspecto brillante y que impide que se peguen a la bolsa). “Se usa el colágeno para hacer gelatina porque tiene la capacidad de formar geles, por eso las gominolas se estiran”, comenta la especialista en seguridad alimentaria Gemma del Caño.
“Ninguna chuche es más saludable que otra, si tuviera que escoger alguna elegiría la fruta desecada”, explica. “El problema es que además asociamos la celebración, el regalo, el cumpleaños con las chuches y el castigo, con las verduras”, añade.
“En España el consumo medio es de 3,5 kilos al año, de galletas se consume mucho más”, comenta. Y de frutos secos, por poner las cifras en contexto, más o menos lo mismo que de golosinas.
En el mercado también se comercializan gominolas veganas, nicho económico obliga, que no llevan gelatina de origen animal. Y hay otras que suelen llevar la etiqueta de “saludable” aunque parezca un oxímoron. El caso es que no hay ninguna chuche que pueda ser más saludable que otra: “La opción más saludable sería sin duda la fruta desecada”, comenta del Caño.
Quizá, como ella apuntaba, lo que habría que erradicar es el concepto de chuche como premio. ¿Quiere eso decir que hay que erradicarlas de los momentos puntuales y los festejos infantiles? Quizás no tengamos que ser tan estrictos, pero sí habría que ir eliminándolas y sobre todo, ofrecer otras opciones que también son dulces y son más sanas: chocolate más puro (por encima del 90%), frutos secos, dátiles, pasas… Es cuestión de darle una vuelta.