VIDA SALUDABLE
¿Comer hamburguesas u otra comida basura está permitido? Por supuesto. Sin embargo, hay muchos aspectos que cuidar, más allá del peso. En este artículo analizo los peligros de la filosofía "gym y ñam".
Una publicación de Laura Matamoros ingiriendo menús con baja calidad nutricional ha despertado comentarios de apoyo y de crítica en redes sociales. ¿Podemos comer tan mal como queramos, si entrenamos cinco veces a la semana? El debate está servido.
En numerosas ocasiones hablamos de los grandes beneficios de tener una vida activa y una buena alimentación, pero… ¿Es bueno compensar una mala dieta con entrenamiento? El término "compensar" no suele asociarse a resultados positivos. Vamos a analizar los pros y los contras de esta práctica tan normalizada:
Cuando nos centramos en el peso corporal, sin tener en cuenta la composición (grasa, músculo, agua…), consideramos el balance energético una forma de evaluar la pérdida o el incremento de kilos:
Si nos basáramos única y exclusivamente en esto, sería válido comer lo que queramos siempre y cuando el balance energético sea acorde a nuestro objetivo. Podríamos, pues, consumir alimentos de baja calidad nutricional, como procesados, snacks o dulces, si lo compensamos quemando más calorías de las que contienen.
El tipo de comida y el tipo de ejercicio que hacemos determina nuestra composición corporal y, en consecuencia, el aspecto de nuestro cuerpo. Por ejemplo, si pensamos en dos deportistas diferentes, que se cuidan, como una maratoniana y una gimnasta deportiva, es visible que la gimnasta tenga mayor masa muscular. Esto es debido al tipo de entrenamiento y su alimentación.
Pero vamos a analizar qué sucede si falla alguna de las dos:
La alimentación intuitiva es muy positiva en el sentido de que ingerimos en función de lo que nuestro cuerpo y mente nos demanda. Pero, al contrario de lo que se suele creer, esto no consiste en darse atracones de comida malsana.
En una sociedad tan compleja y con tantas fobias como la actual, este tipo de alimentación puede librarnos de caer en trastornos serios de la conducta alimentaria. Una relación sana con la comida favorece que tu cuerpo elija nutrirse con aquello que más le conviene. El equilibrio consiste en comer lo que queremos sin pensar en el peso ni en la estética, pero con aprecio hacia nuestra salud, tanto física como psicológica.
Por supuesto. Pero ni una alimentación adecuada puede basarse en ello, ni el ejercicio va a lograr compensar sus perjuicios.
Comer mal, independientemente de tu peso, implica mayor riesgo de hipertensión arterial, colesterol alto, diabetes, determinados tipos de cáncer, etc. Y sí, el ejercicio físico tiene grandes beneficios contrapuestos: ayuda a prevenir el cáncer, controla la diabetes, reduce el colesterol… El problema es que llevar muy bien uno de los extremos no compensa lo que se hace mal en el otro.
Sería imposible afirmar que una persona con diabetes puede comer todo el azúcar que quiera y compensarlo con ejercicio. La práctica de ejercicio le va a ayudar a minimizar problemas, pero los riesgos de esa mala alimentación no se van a esfumar.
Si te interesa ahondar en el tema, te animo a ver un documental, "Super train me", que analiza precisamente los resultados de entrenar bien y comer mal. Como avance, os puedo decir que empeoró su peso graso, su colesterol y el funcionamiento de su hígado.
La idea de que "el gym" compensa un "ñam" inadecuado tendría sentido si sobre nuestro cuerpo solo mandasen las calorías y el balance energético. Sin embargo, como hemos explicado, hay muchos aspectos que cuidar, que tienen una importancia muy superior al peso. Toda nuestra ingesta de alimentos, y por supuesto también la actividad física que realizamos, tienen un efecto en nuestra salud física y mental. Está en nuestra mano decidir si uno bueno o uno malo.