OPINIÓN EXPERTA
¿Alguna vez te ha sorprendido ver a una persona en el gimnasio usando zapatillas tipo Converse? Hablamos con la podóloga especializada en análisis y asesoramiento de calzado, Idoia Pascalet Plaja, sobre el uso de este tipo de calzado para entrenar.
Ya hace más de un siglo que las zapatillas tipo Converse llegaron para quedarse. En 1917, salieron al mercado las míticas Converse All-Star, que se convirtieron, durante mucho tiempo, en los zapatos predilectos de los jugadores de baloncesto. Poco a poco, la marca de la estrella fue conquistando armarios en todo el mundo y hoy en día es uno de los calzados más comunes para las vestimentas de diario.
Las vemos en la universidad, en la oficina, en el transporte público y, últimamente, también en el gimnasio. A pesar de ser una zapatilla históricamente ligada al baloncesto, nos preguntamos: ¿realmente sirven para hacer deporte?
Para salir de dudas, hemos hablado con la podóloga especializada en análisis y asesoramiento de calzado, Idoia Pascalet Plaja (@idoiapascalet.podologa en Instagram), quien asegura que estas zapatillas no son la opción más recomendable para el entrenamiento en el gimnasio, y aquí está el porqué.
Las Converse pueden estar en los pies de muchas personas en el gimnasio, pero según Pascalet Plaja, su popularidad se debe más a una moda pasajera que a una elección informada. La experta señala que, aunque la suela plana de las Converse ofrece un "drop de 0" (talón y puntera están al mismo nivel), lo cual puede sonar beneficioso, no justifica su uso en el entrenamiento.
El peligro de usar Converse para hacer deporte radica en varios aspectos. En primer lugar, la estrechez de la zapatilla limita el movimiento natural del pie, comprometiendo la estabilidad y la amortiguación necesarias durante el ejercicio. Además, "la puntera estrecha puede causar incomodidad al apretar los dedos, lo que puede llevar a problemas como dedos superpuestos".
Pero el mayor riesgo proviene de la "ferulización del tobillo", causada por la altura y rigidez de las Converse. Esta limitación en la movilidad del tobillo puede provocar compensaciones en la rodilla y la cadera durante el ejercicio, aumentando el riesgo de lesiones.
Por último, la podóloga señala que la suela de este tipo de zapatillas tiene un grosor alto y es algo blanda, "por lo que el pie pierde el control total con el suelo" provocando inestabilidad.
Aunque las Converse fueron en su día el calzado preferido para jugar al baloncesto, ayudando a los jugadores a "tener mayor estabilidad del tobillo en la pista, adherencia y seguridad", la evolución del mercado ha traído consigo diseños más avanzados que priorizan la protección y el rendimiento.
Hoy en día, las zapatillas de baloncesto ofrecen características específicas según la posición del jugador y un mayor enfoque en la seguridad y la comodidad.
Finalmente, hemos querido saber cuál es para los expertos el mejor calzado para ir a entrenar al gimnasio. En este sentido, Pascalet recomienda zapatillas que ofrezcan máxima estabilidad y control.
Esto significa optar por una horma ancha y una suela/base amplia, con una mediasuela firme y de poco grosor para garantizar una alineación adecuada de las articulaciones durante el ejercicio. Además, para algunos deportistas sin patologías específicas, incluso podría ser beneficioso realizar ciertos ejercicios descalzos para mejorar el control motor y fortalecer el pie.