TRUCOS

¿Gas o vitrocerámica? Así debes limpiar tu cocina

Es probable que estés limpiando mal tu cocina sin saberlo, y que para ello estés empleando un producto que no le acaba de ir bien.

Para limpiar correctamente la cocina, ya sea de gas, vitrocerámica o inducción, es importante utilizar productos específicos y tomar nota de algunos truquillos que alargarán su vida. Si estás pensando en comprar una nueva cocina y no tienes claro por qué tipo decantarte, ten en cuenta que la limpieza es también un aspecto a valorar. Si ya tienes tu cocina pero no acabas de aclararte con cómo limpiarla, aquí van unos consejos básicos que te permitirán alargar su vida útil.

Cocina de gas

Durante años reinó en todos los hogares, vivió su consiguiente caída y destierro cuando empezaron a llegar las limpísimas vitrocerámicas high-tech y hoy en día buena parte de aquellos que cayeron rendidos a los encantos de las placas están regresando al gas con el rabo entre las piernas. Esto de debe a que, en plena apogeo de las escuelas de cocina y las recetas homemade, muchas personas han descubierto que los alimentos cocinados a fuego saben mejor. Y no solo eso: que el gas calienta antes, lo que permite ahorrar una gran cantidad de tiempo y energía. ¿Quién nos va a devolver esas largas e interminables horas pasadas frente a la sartén esperando a que se caliente el aceite para elaborar un simple huevo frito? ¿O a que hierva el agua para calentar pasta?

Pero no todo son pros a la hora de decantarse por una cocina de gas. El principal argumento que esgrimen sus oponentes es que su limpieza y mantenimiento son más complejos que en el caso de las vitrocerámicas o placas de inducción.

Para limpiar correctamente una cocina de gas, el primer paso es extraer los quemadores y las parrillas una vez estén fríos, y dejarlos en remojo en una palangana con jabón de vajilla y agua caliente. Si están muy sucios, añade un chorro de vinagre (una parte de vinagre por cada tres de agua) y déjalos reposar. Pasado un rato, frota bien los restos incrustados con un estropajo de aluminio o con un cepillo hasta que queden relucientes.

Cocina de gas | iStock

No es necesario que repitas este proceso cada vez que cocinas, pero sí asegúrate de hacerlo a menudo (siempre en función del uso que le des a la cocina y de cuántas personas haya en casa), ya que si no los quemadores podrían obturarse. En general, con estos pasos basta, pero si la suciedad está muy incrustada siempre puedes usar un truco que nunca falla: introducir durante unas horas los quemadores en amoniaco (en una bolsa sellada herméticamente y con muchísimo cuidado).

Para limpiar la base de la cocina, bastará con agua y jabón en el caso de la suciedad menos agresiva, que retiraremos con una bayeta húmeda y secaremos con un paño seco. Si hay manchas incrustadas, podemos emplear vinagre, asegurándonos siempre de utilizar una esponja y evitando el uso de estropajos de aluminio, muy agresivos, salvo casos excepcionales.

Para garantizar un mantenimiento óptimo de la cocina de gas, hemos de ser muy cuidadosas, limpiar siempre después de cocinar (una vez se haya enfriado) y tratar de hacerlo siempre con las tapas de las ollas y sartenes puestas. También puedes forrar la base con papel de aluminio para determinadas cocciones, cosa que te ahorrará mucho trabajo a la hora de limpiar.

Vitrocerámica e inducción

Lo mejor es que utilices un producto específico para la limpieza de la vitrocerámica y placas de inducción, para que estas se mantengan brillantes durante más tiempo, y que lo emplees después de cada uso. En el caso de las manchas incrustadas, aplica el detergente específico para vitrocerámica directamente sobre la mancha, déjalo actuar unos minutos y retira los restos con una rasqueta cuando la mancha se vaya disolviendo. Asegúrate de adquirir la rasqueta adecuada para tu placa (lo mejor es que consultes en la tienda) y utilízala siempre con una inclinación de unos 30º para evitar que se estropee la superficie. A continuación, aclara con una bayeta o paño humedecidos y acaba secando con cuidado la superficie. El vinagre y el zumo de limón son también buenos aliados para acabar con las manchas, puesto que favorecen que estas se disuelvan.

No olvides que la limpieza de las placas se debe realizar cuando están frías, que debes procurar que la suciedad no se incruste y que lo ideal es que emplees una esponja y la vayas renovando a menudo (a poder ser una vez a la semana, puesto que las esponjas y estropajos son importantes fuentes donde se acumulan bacterias). Evita, pues, usar estropajos agresivos y otros materiales que puedan estropear las placas. Sin embargo, algunas manchas, como las de azúcar o grasas, pueden ser tratadas en el momento en que se producen, antes de que se solidifiquen y siempre usando los productos indicados. Igual que ocurre con las manchas en la ropa, cuanto más reciente sea la suciedad de la vitrocerámica más fácil será retirarla.

Hay que limpiar también el marco de la placa, cosa que puedes hacer con agua caliente y jabón, retirando cuidadosamente cualquier resto de grasa incrustada. Vigila que tanto los estropajos como las bayetas que utilices para limpiar tus placas no tengan restos de otras sustancias, algunas de las cuales podrían rayar y estropear la placa. No coloques objetos encima y presta atención también al buen estado de la base de tus ollas y sartenes.

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