ALIMENTACIÓN
Cada año tenemos la cuesta de enero y lo que cuesta subirse a la báscula. Este año no iba a ser menos, la pandemia nos ha quitado los abrazos y nos los ha cambiado por kilos (como si no tuviéramos suficiente).
Nos movemos menos y comemos más, cóctel de escándalo para que te plantees “yo no puedo llegar así a verano. No vaya a ser que ya podamos salir y me pillen con estos michelines. Me pongo a dieta”.
¿Qué es ponerse a dieta? En nuestra mente significa “periodo indefinido de restricciones casi imposibles de seguir en la que sufro cuando como y cuando no como. Todo para bajar unos pocos kilos y recuperarlos después (y quizá alguno más). Pero, aun así: lo hago”
Si os habéis visto representados, sois carne de cañón para todos los anuncios con los que nos están bombardeando estos días en prensa, redes sociales, televisiones y hasta en la radio. “Sigue la dieta de “pon aquí lo que quieras” y pierde “da igual el número” kilos en un mes (o unos días o instantáneo” (lo importante es que sea impactante.
O“Después de estos días de excesos, necesitas desintoxicarte (¿te has intoxicado?) con esta bebida (mezcla cuanto más mejor, añade un superalimento), eliminarás toxinas (como si tu . riñón o tu hígado no funcionaran) y adelgazarás (normal, si no comes y sólo bebes eso, ya te digo yo que adelgazas, como si sólo bebes agua)”.
Pues ni caso a ninguno de estos anuncios.
Pero claro, queréis la dieta definitiva y tanto la habéis pedido que aquí está.
Preparaos, esta es la verdadera y milenaria dieta definitiva, pero para siempre de verdad, no como esas que dicen “definitiva” y sólo dura un mes. La dieta griega. La palabra “dieta” viene del latín diaeta y esta del griego διαιτα (diaita) que significa algo así como “régimen de vida”. Claro que, nosotros lo hemos tergiversado por “a régimen de por vida”. Y mira, no.
Ellos se referían a un control de hábitos de vida de forma global. Y no temporalmente, no. Hábitos de vida… de por vida. No se centraban exclusivamente en la alimentación, sino que englobaban el ejercicio físico, la alimentación, el sueño, evitar hábitos tóxicos o incluso las relaciones sociales. Actualmente llamamos a esto: llevar unos hábitos saludables porque si los llegamos a llamar dieta ¿cómo llamarían a lo “detox”? ¿estafa? Queda feo.
Pero nosotros, que ya sabemos que sí lo es. Además, conocemos que las “dietas” (lo voy a entrecomillar porque ya sabemos que no lo son) se convierten en: no pan para hoy, doble de hambre para mañana, buscamos sentirnos bien, no sufrir y, por supuesto, bajar los kilos que hemos subido.
Así que al lío. Te has pasado en las navidades, que sí, nos ha pasado a todos. Pues ya está, no te tortures, no te mereces eso. Vuelve a tus 3-4 raciones de legumbres, a la verdura (mínimo 2 raciones al día), a tus (mínimo) 3 piezas de fruta. Vuelve a leer las etiquetas de los productos fijándote en que en la lista de ingredientes puedas identificar el producto que estás comprando. Muévete, camina, corre, lo que más te guste y lo que puedas. Déjate de 5, 3, 1 comidas al día, no te fijes en cuántas veces sino en lo que comes cada una de ellas. Déjate de contar calorías y valora los productos en su conjunto. Vas a bajar de peso más despacio, pues claro. Pero aquí prima el “lento pero seguro”.
Y ahora la parte más importante: estos van a ser tus buenos hábitos, tu dieta, la dieta griega, la buena, la milenaria, para siempre. El suelo que debes pisar. Y si un día te vas por el camino del mal, pues ya está, lo hiciste. No te tortures, no te odies, sabes cuál es la senda de bien y ese es tu día a día.
¿A quién le debemos odiar la palabra “dieta”? El doctor Gregorio Marañón escribió en su libro “Gordos y flacos”: el obeso adulto debe tener en cuenta que un adelgazamiento no será obra de un plan médico, sino de un cambio total de régimen de vida”. Y si escuchas a dietistas-nutricionistas te dirán lo mismo.
¿Qué pasa entonces?
La respuesta es fácil, quien te aconseje una dieta milagro, quien te prometa el oro y el moro en cuanto a adelgazar se refiere, no es un buen profesional de la nutrición (tenga título o no, que el título es un papel y la ética va en la persona). Huye, corre, no mires atrás. Eso contará como primer día de ejercicio.
Dejemos de darle nuestro dinero a charlatanes y busquemos profesionales. De hecho, según comenta Julio Basulto en este artículo para Consumer la primera “dieta milagro” apareció en 1863 publicada por… un abogado. No hay más preguntas, señoría. Y de ahí, hasta hoy.