NO PUEDE ESPERAR
¿Cuándo debemos llevar a los hijos a las urgencias del hospital y cuándo debemos esperar a que le visite su pediatra de cabecera? Como pediatra, te cuento los motivos que deben hacerte correr hasta las urgencias de un hospital.
El miedo a la gravedad del proceso y el desconocimiento de los síntomas hace que numerosos niños con patologías banales saturen las puertas de rrgencias sin necesidad. En este artículo mi intención es dar unos consejos sobre que síntomas nos deben alarmar y requieren de atención urgente y cuáles pueden esperar a la cita con el pediatra del centro de salud.
Si el niño presenta fiebre pero mantiene buen estado general (juega, come, está animado) se debe administrar antitérmico en casa (ibuprofeno/paracetamol) y esperar a la valoración por el pediatra a partir del tercer día de fiebre, ya que en las primeras horas de la fiebre es muy difícil diagnosticar la infección concreta y establecer un tratamiento. La mayoría de fiebres se resolverán solas en torno a las 48 horas si se deben a un cuadro vírico leve.
1. Si el niño presenta mal estado general, se encuentra muy decaído, somnoliento y no mejora con la administración de antitérmicos.
2. Si es menor de 3 meses.
3. Si ha presentado una convulsión coincidiendo con un pico febril.
4. Si presenta una temperatura axilar mayor de 40,5 ºC.
Si el niño presenta un dolor abdominal de varios días de evolución que no asocia vómitos, ni fiebre y su localización es difusa alrededor del ombligo y además no limita las actividades de la vida diaria probablemente puede esperar a que el pediatra del centro de salud haga una valoración e indique algunos estudios de forma ambulatoria.
Si el dolor se presenta de forma brusca y va en aumento con el paso de las horas, se localiza en la parte baja derecha del abdomen y es persistente ocasionando que el niño ande encorvado o no pueda moverse con facilidad. Este tipo de dolor puede asociar fiebre o vómitos y es sugestivo de abdomen agudo o apendicitis
Si el niño es menor de 3 años y presenta episodios bruscos de dolor abdominal acompañados de llanto intenso junto con de sudoración o palidez y vómitos podría tratarse de una invaginación intestinal que, aunque es un cuadro poco frecuente, requiere de tratamiento urgente sobre todo si asocia heces con sangre.
Si el niño presenta vómitos y/o diarrea lo más probable es que se trate de una gastroenteritis vírica que se resuelve de forma espontánea a los 3-4 días sin necesidad de tratamiento específico.
Debe ser estudiada por el pediatra del centro de salud si la diarrea dura más de 7 días.
1. Si hay signos de deshidratación porque el niño no tolera líquidos y continua vomitando o con muchas diarreas. Lo notaremos decaido, pálido, mareado, con boca seca, ojeroso y escasa micción. Puede precisar rehidratación intravenosa.
2. Si presenta deposiciones con sangre abundante o vómitos verdosos o con sangre.
Cuando un niño se queja de dolor de cabeza muchas veces está relacionado con un cuadro infeccioso y en otras ocasiones se debe al cansancio, el estrés o la falta de sueño. La mayoría de cefaleas se pueden tratar en domicilio con analgesia y reposo.
1. Si asocia fiebre, vómitos o rigidez de nuca (dificultad para flexionar el cuello).
2. Si el niño duerme mucho o es difícil despertarle.
3. Si tiene otros síntomas neurológicos: visión borrosa, no mueve bien los brazos o las piernas o camina o habla con dificultad.
4. Si la cefalea persiste a pesar de la analgesia habitual
La tos es una de los síntomas más frecuentes en los niños durante los primeros años de vida debido a los procesos víricos que afectan a las vías respiratorias altas.
Se pueden hacer lavados con suero fisiológico si asocia congestión nasal pero los jarabes para la tos y los mocos no están recomendados en niños.
1. Si el niño es menor de 3 meses y se acompaña de fiebre.
2. Si presenta signos de dificultad respiratoria: respira muy deprisa, se le hunde el pecho o se mueve mucho el abdomen.
3. Si presenta labios azulados.
4. Si presenta tos perruna (o de foca) de inicio brusco nocturno junto con sensación de ahogo y estridor a la inspiración.
Muchos procesos banales, sobre todo infecciones víricas pueden producir manchas en la piel conocidos como exantemas. En el 99% de los casos no serán urgentes.
1. Si el niño presenta habones en la piel junto con hinchazón de labios y/o párpados y dificultad para respirar sugestivo de alergia grave.
2. Si la manchas no desaparecen al estirar la piel sobre todo si se asocian a fiebre y van aumentando con el tiempo.
Los golpes en la cabeza son un motivo muy frecuente de consulta en urgencias pero la mayoría de veces son leves y no producen lesiones intracraneales. Si el niño llora inmediatamente tras un golpe en la cabeza y posteriormente su comportamiento es normal no debe preocuparnos ya que lo más probable es que no presente complicaciones.
1. Si el niño es muy pequeño, menor de 3 meses.
2. Si ha sufrido una pérdida de conocimiento tras el golpe.
3. Si la caída ha sido desde una altura mayor de 2 metros o mediante un mecanismo de riesgo: atropello, patinete, bicicleta…
4. Si presenta vómitos de repetición tras el golpe.
5. Si presenta herida abierta que precise sutura.
6. Si tiene un comportamiento extraño o hace movimiento raros con los ojos, la cara o las extremidades.
7. Si sale sangre o líquido por la oreja o por la nariz.