SALUD MENTAL
Profesionales de la salud mental alertan de la importancia de aprender a gestionar el estrés que, cuando se cronifica, puede convertirse en ansiedad. Te contamos las principales diferencias que residen entre estas dos reacciones.
Se acerca el plazo para una entrega importante en tu trabajo y notas como la tensión aumenta en tu interior, como si se activara una alarma de "peligro". No es una sensación agradable, pero este pico de adrenalina te empuja a sacar tu mejor esfuerzo para terminar toda la faena acumulada. ¿Te suena?
Se llama estrés y te lo provoca un desencadenante estresante (valga la redundancia), en este caso, el trabajo. El curro es un estresor muy común, pero existen muchos otros como el no poder conciliar horarios, tener imprevistos en casa, tensión en la pareja o exámenes.
Muchas veces confundimos estrés con ansiedad y no es lo mismo. Siguiendo con el ejemplo anterior del trabajo, si ese pico de faena empieza a no ser puntual y se mantiene en el tiempo, haciendo que abandones otras necesidades (familiares o de descanso, por ejemplo), de repente, cuando estés en un momento de relajación podría aparecer la ansiedad.
En resumen, el estrés es la reacción de tu cuerpo ante la presencia de un "factor estresante"y la ansiedad sería ese malestar, esa tensión física y emocional, que permanece a pesar de que el "factor estresante" ya ha desaparecido. ¿Y por qué nos pasa esto?
Es importante aprender a diferenciarlo porque, a pesar de que el estrés es una reacción sana y natural de nuestro cuerpo que nos ayuda en momentos concretos; en nuestro día a día podríamos estar tan acostumbrados a ello que quizá no nos damos cuenta de que nos está causando un problema de salud mayor como la ansiedad.
¿Existe un "estrés bueno" y un "estrés malo"?
A veces escuchamos hablar del estrés como "algo bueno", como un mecanismo que nos ayuda a sacar adelante determinadas tareas. Pero ¿hasta qué punto tiene fundamento esta afirmación?
Según la psicóloga sanitaria Adelaida Navaridas, directora deAmare Psicología, "para enfrentarnos a determinadas tareas necesitamos estar preparados y activados física y emocionalmente". En una situación de estrés, "nuestro cuerpo nos traerá la energía necesaria para superarla y se preparará para estar focalizados en la tarea y, a la vez, apagará otros sistemas que quizás en ese momento no hagan tanta falta, ahorrándonos esa energía", explica.
Entonces, ¿cuándo el estrés se convierte en algo "malo" para la persona que lo experimenta? "Cuando la presión externa no para y la activación interna no cesa, cuando no hay descanso y cuando la sensación de no poder con ello es constante", aclara Navaridas.
"Es como si estuviéramos en una carrera sin fin, sin nunca vislumbrar la meta ni descansar. Necesitamos aprender a bajar esa activación y que el sistema tenga la oportunidad de experimentar seguridad, descanso, quietud, silencio y calma", agrega.
"Pensemos en cualquier máquina o aparato eléctrico que nos rodea. ¡No pueden estar siempre encendidos! Las personas también necesitamos descanso físico, emocional y mental que, aunque parezcan tres cosas diferentes, están unidas", afirma la psicóloga. Es decir, el problema viene cuando el estrés se cronifica porque nuestro cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay "peligro". Y esto puede influir en el desarrollo de enfermedades como depresión, ansiedad, afecciones cardíacas, presión arterial alta o diabetes.
¿Cuál es la diferencia entre estrés y ansiedad?
"En el estrés existe un desencadenante muy obvio que te permite identificar por qué estás estresada. Las molestias que te genera el estrés existen hasta que la situación estresante termina, y la intensidad de la tensión es moderada o soportable. Puede ser molesta, pero puede manejarse", describen las psicólogas Cristina Ropero y Sonia Rodríguez, directoras de Heroicamente Psicología.
"Y, lo más importante es que el estrés es funcional, es decir, te ayuda a afrontar las circunstancias de una manera eficaz", añaden. En cambio, continúan las psicólogas, "con la ansiedad puede que no haya un desencadenante evidente y que no identifiques bien por qué te sientes así.
El malestar se mantiene aún sin nuevos estresores. La intensidad de los síntomas es muy elevada, casi insoportable. No es funcional e interfiere en tu desempeño diario. Y, con frecuencia, suele estar basada en una acumulación de situaciones".
Tips para aprender a gestionar el estrés
Estas son algunas de las recomendaciones de las psicólogas entrevistadas por Novamás:
1. Localizar las fuentes externas de estrés: Identificar situaciones de presión y exigencia. ¿Puedo alejarme de esa situación o hacer algo para cambiarla realmente? ¿Puedo bajar el ritmo intenso de tareas para buscar algo de tiempo de descanso?
2. Localizar las fuentes internas de estrés: La autoexigencia y los automaltratos nos mantienen en situaciones externas maltratantes. A veces no nos damos cuenta de que lo de fuera es lo que presiona demasiado y pensamos que somos nosotros mismos quienes nos tenemos que esforzar más. Y, casi seguro, no es así. También es importante hacernos conscientes de cómo nos animamos y cómo nos hablamos al enfrentarnos a una tarea o situación estresante.
3. Observar qué estrategia estamos utilizando para gestionar el estrés: si evitamos la situación, la reprimimos, nos está desbordando…
4. Lo más simple y, a la vez, lo más complicado es parar. Parar para observar lo externo y lo interno, parar para sentirnos, para respirar, para soltar tensión en el cuerpo, para no poner el piloto automático. Sería bueno acostumbrarnos a parar un poco cada día, basta con unos segundos a lo largo del día. De la misma forma que paramos unos segundos a beber agua.
5. Una de las mejores herramientas de autorregulación emocional es la respiración. Darnos cuenta de cómo respiramos y tratar, de forma amable, de hacer nuestra respiración más amplia. Podemos poner las manos debajo de las costillas, en el diafragma para intentar llevar allí el aire y tratar de ampliar la entrada de oxígeno.
6. También podemos ayudar a nuestro cuerpo a regularse: a través de ejercicio físico, mindfulness, un descanso adecuado…
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR...
Consejos para evitar encadenar un pensamiento con otro y acabar estresado