CÓMO SE TRATA
Lo primero que debemos saber es que cada niño tiene un hábito defecatorio propio y que no siempre la ausencia de deposición en 2 o 3 días es sinónimo de estreñimiento.
El estreñimiento es un problema muy frecuente en la edad pediátrica, tanto, que puede llegar a afectar a 1 de cada 10 niños. Es importante distinguir cuando el niño está estreñido y se deben poner medidas más pronto que tarde para que el problema no se cronifique, de cuando es su hábito intestinal particular y no supone ningún problema.
Vamos a empezar a hablar acerca del diagnóstico del estreñimiento. No todo niño que va al baño cada 2-3 días está estreñido, por lo que la frecuencia no es el único factor a tener a cuenta.
Los síntomas de estreñimiento deben mantenerse en el tiempo, por lo menos un mes antes del diagnóstico y el niño debe presentar al menos dos de los siguientes problemas:
En el 95% de veces este estreñimiento no estará asociado a una patología orgánica por lo que se conoce como estreñimiento funcional.
El estreñimiento funcional puede aparecer en todas las edades por diversos motivos, pero existen 3 momentos clave que favorecen su aparición:
1. El inicio de la alimentación complementaria: en torno a los 6 meses de vida. El paso de alimento líquido (lactancia materna o artificial) a mayor variedad de alimentos y más sólidos junto con una escasa ingesta de agua suele provocar un cambio en el hábito intestinal previo generándose heces más compactas y voluminosas que pueden provocar disconfort al niño provocando su retención.
2. El control de esfínteres: entre los 2-3 años. En este momento algunos niños tienden a retener las heces por fobia sentarse en el váter o por preferir el juego e inhibir el reflejo defecatorio.
3. El inicio de la escolarización.
Durante alguno de estos momentos el niño inhibe el reflejo defecatorio, lo que provoca que las heces se retengan a nivel de la ampolla rectal provocando que se distienda y que las heces se hagan más duras y compactas. Si esta situación se mantiene en el tiempo estas heces producen dolor a la defecación por lo que el niño continuará inhibiendo el reflejo por temor a hacer caca. Esto es lo que se conoce como "circulo del dolor" y hace que el estreñimiento se cronifique y empeore.
Aunque los padres conozcan el estreñimiento de los niños, no deben minimizar los síntomas y pensar que se pasará con el tiempo, ya que el problema puede cronificarse y hacerse cada vez más difícil de resolver. Por otro lado, se deben conocer los signos de alarma que, asociados al estreñimiento, deben alertar a los padres a pedir consulta urgente:
La mayoría de estreñimientos funcionales mejoran con la aplicación de unas medidas higiénico-dietéticas que pueden ayudar a romper este círculo:
Si con estas medidas no fuera suficiente para resolver el estreñimiento, el pediatra puede recetar algún laxante adecuado para niños, que se debe mantener durante varias semanas para reestablecer un hábito intestinal sano y que el niño coja confianza y pueda hacer caca sin dolor.
No están recomendados de entrada los supositorios ni los enemas por lo mal tolerados que son por los niños y porque pueden acostumbrarlos a defecar sólo mediante estímulo.