¡No cometas el error!
Elegir el nombre del bebé que está en camino no siempre resulta tarea fácil. Nos gustaría ser originales, pero tememos rozar el ridículo. Intentamos no dejarnos influir por los gustos ajenos, pero es inevitable que nos afecten las opiniones de amigos y familiares.
Lo cierto es que elijas el nombre que elijas, pronto todo tu entorno se habrá acostumbrado, y a tu niño o tu niña le sentará como a medida. Lo único importante es que, de todas las opciones posibles, no te decantes por las peores.
Estamos de acuerdo en que el nombre de una persona no debería condicionar la relación con su entorno, y mucho menos debería afectar al transcurso normal de su vida, pero coincidiréis también en que hay determinadas elecciones que parecen el resultado de una apuesta o de unas copas de más.
Como padres, también es un gesto de responsabilidad poner a nuestros niños un nombre que al menos creamos que no tiene posibilidad de afectarles negativamente. Si nos decantamos por uno que nos parece el ideal, pero el pequeño tiene luego la mala suerte de toparse con compañeros portadores de una actitud dañina, no debemos fustigarnos, pues el nombre en esas ocasiones es casi lo menos importante.
Clásicos o modernos, más o menos originales, con significado o sin él... Ninguna de las opciones es claramente mejor que la otra. Basta con seguir unas pautas básicas para no cometer errores irreversibles:
1. Si eliges un nombre extranjero, asegúrate de conocer su significado. Puede sonar muy bonito, pero es muy posible que tu hijo se tope en algún momento de su vida con personas que entiendan la lengua de la que procede. Si por ejemplo decides llamarle Boris, es conveniente que al menos tengas claro lo que significa en ruso: pelea.
2. Si te decantas por un nombre peculiar, rápidamente identificable con un personaje famoso, asegúrate de tener claro que éste es poco propenso a la polémica, y que no cometerá errores reprochables en el futuro.
3. Si eliges el nombre de un personaje histórico, asegúrate de conocer bien su lista de hazañas. No permitas que una actitud poco honorable haga avergonzarse a tu hijo. Es curioso comprobar que en España hay 74 personas que se llaman Caín, por ejemplo. Por supuesto, muchas menos de las que se llaman Abel, que sobrepasan las 24.000.
4. Si va a llevar un apellido poco común, procura que el nombre que combine con él tampoco coincida con alguien demasiado conocido, a no ser que tu intención sea directamente esa. Cualquiera seguido de un García o un Fernández parecerá poco buscado, pero si va a llevar un Iglesias y le llamas Pablo, aunque sólo sea por las dos coincidencias históricas, el niño se pasará la vida respondiendo a la pregunta de si se piensa a dedicar a la política.
5. Procura también que la combinación nombre- apellido no dé lugar a chistes o favorezca el juego de palabras. Si por ejemplo el apellido de la niña es Melo, intentad no llamarla Débora. Repite uno seguido del otro varias veces hasta comprobar que su vocalización no da lugar a palabras nuevas.
Independientemente de todas estas pautas, simplemente acertaréis si para vosotros es un nombre bonito, e imagináis esa carita inesperadamente ideal para portarlo.