Vaginas al poder
Somos muchas las que estamos viviendo una revolución feminista, muchas las que estamos luchando por el empoderamiento de nuestros cuerpos y resulta que la mitad de la población femenina no conoce sus genitales. ¿Qué estamos haciendo mal?
Los hombres hablan con total naturalidad de su pene y no tienen ningún reparo en colocárselo 500 veces al día, pero si a nosotras nos preguntan cómo son nuestros labios menores o mayores juntamos las cejas y preguntamos: ¿eing?
No todas, es verdad, pero si un gran número de mujeres. A veces por ascos propios, otras por ascos ajenos, pero en su gran mayoría por la falta de educación sexual o la muy mala educación sexual que nos han dado, que va desde “tocarse es de guarras” a toda la carga social y emocional de que las mujeres ni se tocan, ni hablan de sus genitales con las amigas. Y así nos va.
Todavía hoy día decir de manera pública que te masturbas es de primeras chocante para la mayoría, pues nadie se espera que te toques los genitales y menos para darte placer a ti misma. Y qué decir de cuando en un grupo de varias personas nos preguntan: ¿quién de aquí se masturba? Obviamente las mujeres antes de nada nos miramos unas a otras esperando a que alguna valiente levante la mano. Luego si eso la levantamos nosotras, si analizamos la situación y vemos que no se nos va a juzgar o tachar de “guarrillas”.
Y es que a muchas mujeres les da vergüenza tocarse o decir que se tocan, explorarse, preguntar al ginecólogo o a las amigas sobre sus genitales. Tanta es la presión social que hemos perdido la curiosidad y desconocemos aquello que forma parte de nuestro cuerpo.
No somos conscientes de que conocer nuestros genitales nos da la posibilidad de conocernos a nosotras mismas, saber cuáles son nuestros deseos y cómo estimularnos para alcanzar un orgasmo. Si nosotras lo sabemos es más fácil explicarles a ellos cómo han de tocarnos para lograrlo y que no tengan que estar jugando a Indiana Jones.
Pero no solo nos sirve para darnos placer, también nos ayuda a identificar anomalías que antes no estaban. Cuando tenemos una estrecha relación con nuestras vulvas somos capaces de identificar cambios. Así como nos damos cuenta que nos ha salido un granito en la cara porque nos la miramos todos los días, podemos identificar si nos ha salido un bultito en la vulva o si la entrada de la vagina tiene la misma rugosidad si nos la miramos y nos la tocamos con regularidad.
Porque empecemos por lo más importante: ¿conocéis vuestra vulva y vuestra vagina? Muchas mujeres creen que toda la estructura de los genitales externos son la vagina y no es así, la confunden con la vulva. Otras piensan que el clítoris es solamente interno o que solo es lo que a simple vista podemos ver, y viven con la certeza de ello, sin saber que el clítoris esta situado justo debajo del montículo púbico, también conocido como el monte de Venus, y que desde fuera solo se puede ver el glande del clítoris, que asoma justo en la parte superior de la vulva, pero en realidad es mucho más que eso. Su forma es de Y invertida y ocupa la parte interna donde se colocan los labios mayores, el perineo y el tercio inferior de la vagina.
Y la vagina es un conducto fibromuscular elástico que se extiende desde la vulva hasta el cuello del útero y que forma parte de los órganos genitales internos. Es muy difícil de ver, ya que es necesario separarse los labios y alumbrarse con alguna luz delante de un espejo para poder verla, pero la puedes explorar tocándola, ya que con el tacto vas a ser capaz de quedarte con más detalles de su interior. Lo que verías si te colocaras delante de un espejo serían tu monte de Venus, los labios mayores y menores, parte de la cabeza del clítoris, el vestíbulo, el orificio de la uretra, el orificio vaginal (que es la entrada de la vagina) y por último el ano. En la vagina se sitúa el himen (en la entrada si es que lo tienes, no todas las mujeres lo tienen o puede que ya no esté), el cuello del útero y el suelo pélvico.
Pero esto es teoría, claro está, y solo nos sirve para poder identificar cómo son nuestros genitales y dónde se sitúa cada cosa. Lo importante es que al igual que conoces cómo son tus manos, tu cara o tus piernas, puedas ser capaz de decir: también conozco mis genitales. Recuerda que forman parte de ti y que tener una relación con ellos es tener una relación más estrecha contigo misma.