RELACIONES SANAS

Esto es lo que jamás debemos hacer en una discusión de pareja

Discutir con la pareja es algo sano, pero no a cualquier precio. Hay conductas que hacemos o que hemos normalizado en el otro que son manipulaciones que no deberían de suceder jamás.

Pareja discutiendoPexels

Discutir es algo natural. Sí, como lo lees… es algo natural. La explicación es simple: no existen dos personas exactamente iguales para que opinen lo mismo en todo momento. Si se opina diferente lo normal es debatir, exponer distintas perspectivas

¿Qué pasa si una pareja nunca discute?

Si nunca hay discusiones en una pareja, entonces podemos concluir que una de las dos partes está actuando de forma sumisa.

Tipos de discusión

De todas formas, no nos vale cualquier tipo de discusión para considerarla natural. Existen 2 tipos de discusión:

- Discusión sana: una discusión tranquila, que puede aportar mucho y durar poco tiempo (por ejemplo 5 o 10 minutos) porque rápidamente se llega a conclusiones y acuerdos.

- Discusión tóxica: una discusión tormentosa, con gritos, capaz de hacer mucho daño y durar horas, normalmente dominada por el ego. En este tipo de discusión el objetivo es tener la razón, en lugar de crecer como pareja.

Cuando hablamos de que discutir es algo natural nos referimos a una discusión sana, a una discusión madura y respetuosa. Esa es la que nos permite crecer como pareja.

Las 4 cosas que no debemos hacer nunca en una discusión

Teniendo claro que discutir es algo natural e incluso algo positivo, si sirve a la pareja para crecer, veamos a continuación qué no debemos hacer nunca cuando discutimos con nuestra pareja.

1. Negar al otro el tiempo fuera

Es importante darnos nuestros tiempos. En psicología tenemos lo que llamamos el "tiempo fuera", que se puede utilizar en adultos para esos momentos en los que vemos que nuestra emoción empieza a dominarnos. Es muy recomendable apartarnos un momento de la situación y calmarnos o permitir que la otra parte lo haga si vemos que lo necesita. No le echemos en cara ese tiempo que necesita.

Esta técnica es muy buena para que nuestras palabras no las domine el enfado.

Sin embargo, tenemos que aprender a cuidar nuestras formas a la hora de irnos. Podemos irnos diciendo "creo que ahora mismo no vamos a llegar a ninguna conclusión, voy a irme un rato y continuamos hablando después". Hay que evitar irnos dando un portazo, colgando el teléfono o dejando con la palabra en la boca al otro e ignorarlo. Es importante que avisemos de que nos vamos de una forma amable, lo demás es manipulación para hacer sentir culpable al otro y castigarle.

2. Irse de la discusión y no volver para retomarla

Igual de importante irnos para autorregularnos como volver tranquilos para retomar el tema habiendo digerido lo que nos alteraba. Volver es imprescindible. Es decir, podemos irnos minutos u horas, pero es fundamental que cuando nos apartemos sepamos volver. Y es imprescindible que, en esos tiempos, no estemos ignorando al otro porque entonces volvemos a convertirnos en unos manipuladores. Estar sin hablar a la otra persona se llama "ley del hielo" y es un tipo de maltrato en el que manipulamos y castigamos a la otra persona.

3. No hablar del tema

Cuando aplazamos la discusión porque no la estamos sabiendo llevar de forma calmada debemos de retomar el tema en cuanto nos hemos tranquilizado. Muchas veces se comete el error de no volver a hablar del tema, aunque no se hayan sacado conclusiones y acuerdos. Esto es un error porque la problemática se acaba enquistando y convirtiendo en tema tabú. Por esta razón, debemos sacar nuestra empatía a relucir y ser capaces de llegar a acuerdos y negociaciones para evitar ofendernos y ser un equipo en todo momento, ya que de nada sirve tener la razón si eso nos ha llevado a alejarnos de la persona a la que queremos.

4. Negar lo que sentimos

Para que otra persona nos entienda es fundamental que sepamos expresar lo que sentimos. La técnica que más recomiendo como psicóloga en estos casos es el modelo XYZ, que sigue la siguiente fórmula: "cuando dices/haces X, me siento Y y lo que me gustaría es Z". Por ejemplo: "cuando el otro día llegaste tarde, me sentí triste y menospreciada porque percibí que no tenías en cuenta mi tiempo. Me gustaría que la próxima vez me avisaras de que vas a llegar tarde". Esta técnica nos permite hablar desde el "yo" sin acusar al otro, así como expresar lo que sentimos sin transmitir que es el otro el que lo hace mal. Además, siguiendo este patrón estamos proponemos una solución.

En conclusión, es sano discutir, pero con ciertos límites y normas que deben ser cumplidos por ambas partes, no solo por uno de los dos.