Alimentos
Está claro que algunas frutas, si las comparamos con otros alimentos frescos, duran muy poco, pero, ¡qué decir de las fresas! Las escoges en el supermercado en aparente perfecto estado y no bien has llegado a tu casa, ¡ya encuentras alguna que tiene que ir a la basura!
Lógicamente, puede haber alguna en el paquete que estuviese algo dañada y que no la vieses pero no sales de tu asombro cuando unas horas después o al día siguiente, ¡ya hay varias que tienes que tirar!
El primer consejo es que, aunque las veas apetitosas en la tienda, compres las que estrictamente vayas a consumir, así, evitaremos desperdicios innecesarios.
Algunas frutas siguen madurando después de la recolección, mientras que otras no. Las fresas son de las que dejan de madurar, lo que explica que se pudran en pocos días. “Además, envasadas sueltan mucho CO2 y por eso se deterioran rápido”, explica Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria. “Lo que más les afecta es el calor, la humedad, pero también, los golpes en el transporte, así que si unes esto a que son muy sensibles y tienen mucho agua, pues es un entorno favorable para que hongos y bacterias ataquen”, añade.
Algunos consejos para que duren más son los siguientes:
- ¿Eres de las que lavas la fruta nada más llegar a casa aunque no la vayas a tomar en ese momento? Pues lo haces mal, pero en el caso que nos concierne, no debes lavar las fresas porque la humedad que absorben acelera el proceso de putrefacción, que es justo lo que quieres evitar, ¿verdad?
- No se quitan las hojas: “De esta forma evitamos dejar zonas expuestas”, dice del Caño. Esta norma se puede aplicar también al resto de frutas: si dejamos las hojas verdes se mantendrán más tiempo frescas.
- Directas a la nevera: aunque las hayas cogido del lineal de fruta, lo mejor, meterlas en el frigorífico.
- A la hora de conservarlas, lo idóneo es colocarlas en un recipiente amplio donde puedas ponerlas sin que se toquen entre ellas, de esta forma también conseguirás que se mantengan bien por más tiempo. Conviene que el recipiente esté cerrado con una tapa transpirable o en su defecto, con papel film y pequeños agujeros.
- Si ya hay alguna que está empezando a tener mala pinta, no la tires: el hecho de que no te resulte apetitosa para comértela directamente no quiere decir que tenga que ir a la basura. Puedes congelar las que peor estén (sin estar pochas, evidentemente) y aunque luego no podrás consumirlas directamente, si las puedes utilizar con yogures, en batidos y otras preparaciones.