PLACER
Algunas personas normalizan tanto el fingir orgasmos que no piensan en las consecuencias que les puede acarrear el hecho de hacerlo constantemente.
No es solo cosas de mujeres, los hombres también los fingen. Y aunque puede que en alguna ocasión el hecho de hacerlo te haya sacado de un polvo que no estabas disfrutando o que lo hayas utilizado porque te pone fingirlo…, este es un hábito que ha llevado a algunas personas a provocarse una baja autoestima, problemas de ansiedad o incluso, anorgasmia.
Pero empecemos por el principio. Respondamos a una de las preguntas que más se han repetido seguramente en conversaciones con tus amigo/as cuando sale el tema de fingir o no fingir orgasmos: ¿por qué una persona decide fingir un orgasmo?
Pues bien, los motivos pueden ser muy variados. Uno de los que más se repite es la angustia que puede llegar a provocar el sentimiento de no querer hacer daño a tu pareja. Un motivo que habitualmente esconde otros como son la falta de comunicación en la cama, el no ser capaz de decirle que me gusta así o que así no me gusta. O la creencia de que la mentira, en lo que al sexo se refiere, puede llegar a ser mejor que ponerle remedio con comunicación.
Otros de los motivos, que también deriva de este, es que hay personas que sienten que la chispa ha desparecido de sus relaciones eróticas, se asientan en la monotonía y mantienen relaciones solo porque “toca” y no porque les apetece. Y en ese porque “toca”, se acaban viendo atrapados en que quieren que ese momento acabe ya, y lo único que se les ocurre para que eso suceda es fingir lo que ello/as creen que ha de ser el final de un encuentro: llegan al orgasmo, aunque sea fingido.
Lo que nos lleva a la tercera causa más común: que no te entiendas con tu pareja. Consecuencia de las dos anteriores. Si le sumas a la rutina, el deseo de querer acabar aquello que no haces apeteciéndote y la falta de comunicación con tu pareja… ¿qué clase de encuentro podrías tener?
Todo esto está llevando a muchas personas a tener consecuencias como principios de ansiedad, baja autoestima o, incluso, anorgasmia. Ya que, para empezar, no estás disfrutando, ni del momento, ni de tu pareja. Te estás bloqueando tu propio placer y si no sales del bucle puedes acabar provocándote ansiedad solo por pensar en el simple acto de tener que acostarte con tu pareja.
Sin hablar ya de la baja autoestima que puede provocar el hecho de no prestarte atención a ti, a lo que te apetece en cada momento, a decirle al otro cómo te apetece… suprimiendo tus emociones y deseos.
Además, si llevas mucho tiempo fingiendo una reacción primaria que instintivamente debería de activar tu cuerpo, le estás diciendo al cerebro, cuando mantienes un encuentro erótico, que aquello no te da placer, por lo que, con el tiempo, será más difícil alcanzar de nuevo un verdadero orgasmo.