Alimentos
Con la llegada del calor, vuelven las dudas sobre la conservación de los alimentos y los huevos son uno de los más delicados, ¿estás segura de que los estás guardando bien? En este vídeo te revelamos algunos alimentos que probablemente estés conservando de forma incorrecta.
Es una de las dudas existenciales de la humanidad: por qué tienes que meter los huevos en la nevera si en el supermercado te los encuentras en los lineales convencionales… Más que un tema de frío y de calor, que es lo que puede pensarse a primera vista, es cuestión de estabilidad de temperatura: a los huevos no le sientan nada bien los cambios bruscos de temperatura y por eso, en un supermercado, se mantienen no refrigerados sin problemas, porque la temperatura es constante, siempre la misma. Sin embargo, si no los metieses en la nevera al llegar a casa, los dejarías en la cocina (lógicamente, no los vas a llevar al baño). Y allí sí que hay variaciones, por la temperatura del exterior pero sobre todo, por cómo asciende el termómetro cuando cocinas… Los cambios de temperatura provocan condensación de agua en la superficie del huevo, o sea, sobre la cáscara. Y ahí pueden empezar los problemas, porque esa humedad aumenta la porosidad de la cáscara y podría dejar pasar a los microorganismos del exterior. Y una vez dentro, ya se ha liado, porque pueden reproducirse, y más si están a temperatura ambiente.
Así que queda claro, huevos, a la nevera. Ahora bien,¿dónde? ¿En la huevera que siempre suele estar en la puerta del frigorífico?
Pues mira, no, es el peor sitio donde puedes ponerlos en el frigorífico. Y volvemos a la cuestión de la temperatura constante: ¿cuál es la parte que más varía de temperatura en una nevera? La puerta, que abres y cierras constantemente, con lo cual, si pones los huevos ahí (que es lo que hace el mayor de los mortales), su temperatura constante no estará garantizada.
Así que lo mejor es ponerlos en la huevera pero en una de las baldas de dentro del frigorífico. Y santas pascuas.
¿Hemos terminado de decirte lo que haces mal? Pues no, porque también deberás cuidar la forma en la que colocas el huevo. Presta atención: no deben ponerse de cualquier forma, sino con la parte más estrecha del huevo hacia abajo. Esa posición retrasa su deterioro, ya que aumentará la distancia entre la yema y la bolsa de aire.
Un detalle más: los huevos aguantan bastante en la nevera, de 3 a 5 semanas desde la fecha en que lo compraste.
Reconocer un huevo fresco es sencillo. Debes fijarte en que La cáscara no tenga fisuras ni roturas. Al abrirlo, en la clara se distinguen dos zonas: una más densa y otra menos, pero sin llegar a ser líquida. La yema está firme y centrada sobre la parte densa de la clara. A medida que pierden frescura, se ve la yema más aplanada y la clara densa más extendida, casi sin parte líquida. Las nubes o grumos blanquecinos que a veces se ven en la clara son indicios de frescura y no afectan a la calidad ni al sabor del huevo.
Por último, para seguir manipulándolos bien, cáscalos en un recipiente diferente de donde los batas. Y, sobre la cuestión de si deben lavarse o no antes de guardarse, no, rotundamente, no.