¡Acaba con ello ya!

Esta es tu maleta de fin de semana cuando vives bajo el patriarcado

Salir un fin de semana de viaje urbanita sin grandes pretensiones implica hacer una mini maleta con cuatro cosas, pero al final no hay quien consiga cerrarla entre que comprimes ropa y calzado inesperado, complementos y alguna que otra herramienta necesaria para el cuidado y la apariencia femenina.

Mujer cerrando maletaiStock

Todo “por si acaso” hay cambio de planes, te detectas un fatídico mato de pelos y/o no tienes claro cómo combinar algún modelito (mejor que sobre a que falte, por supuesto). Hay cosas que en el momento de hacer la maleta para dos días y dos noches te parecen utilísimas e imprescindibles. Porque qué tipo de mujer eres si no llevas cuatro pares de tacones, botas, bailarinas, las pinzas de depilar, cera en frío, la máquina depiladora eléctrica, tres kilos de cosméticos y maquillaje, la plancha del pelo, el rizador por si se te antoja ponerte ondas, ropa interior, medias y calcetines como para ir a vender al mercadillo, vestidos, camisetas, pantalones largos por si refresca, bolsos y chaquetas para combinar modelito casual y de fiesta, porque no es plan salir por la noche con el mismo look que te pusiste por el día para visitar iglesias, museos, el casco antiguo y los bares de tapas de la ciudad en cuestión.

Lo que en un principio pinta como un ligero equipaje de mano, termina siendo poco menos que el tráiler de los Rolling Stone.

Y siendo realistas, ¿para qué tantos tacones, colores y métodos depilatorios? ¿Estás más feliz invirtiendo tu escaso tiempo de ocio pensando en cómo combinar tus ropajes antes de volver el lunes a tu, posiblemente, truño de trabajo? ¿Vas a ver mejor la vida sobre tus tacones de nosécuántos centímetros con los que en realidad no estás cómoda, no sabes andar aunque creas que sí y te hacen juanetes que se confunden con un segundo dedo meñique? ¿Qué le pasa a tu sistema piloso para sentir la necesidad de pasarte la podadora y la cera, y la pinza para extirparte los vellos sobrantes? Cuando te das cuenta, se te ha pasado el fin de semana y la mitad lo has perdido preocupándote de tus pintas y tirándote los pelos.

Maleta | iStock

A veces sucede que, como en el día a día, cuando haces la maleta realmente no piensas en tu bienestar sino en la impresión que quieres causar al resto y ahí te das cuenta por la tonelada de la maleta de que tu ridiculez saliendo para un fin de semana cae por su propio peso. Te cargas la mochila de útiles innecesarios y pesados remordimientos: cosas que pueden ser para agradar más a la sociedad y al sexo masculino que a ti misma.

Porque hasta qué punto nos han educado en casa, en la calle, en el colegio, en la publicidad, en las revistas, en la tele, etc. para estar dignas, bonitas y siempre listas por si aparece el maromo de nuestra vida. Para tener la comida preparada y bien servida, más que en llevar tus propios condones por si surge y es a ti a la que te apetece. Y así es la presión social y patriarcado inconsciente que hemos mamado desde que casi no teníamos boca para chupar la teta de nuestra madre, y lo llevamos arrastrando toda la vida, cargando con equipajes de fin de semana interminables que no somos capaces de cerrar.

Pero que aún podemos cargar al hombro, abrir la ventana, mirar que no hay nadie debajo y tirar sin pestañear.