¿SE COME?
¿De qué materiales puede estar recubierto un queso? ¿Es malo ingerir la corteza? Puede que este texto resuelva algunas de tus dudas.
Todos los amantes del queso han tenido alguna vez este dilema: ¿puedo comerme la corteza? ¿Es comestible? ¿Me hará daño? Es normal hacerse estas preguntas, sobre todo cuando no puedes resistirte a este exquisito manjar. No obstante, no existe una única respuesta. Todo dependerá del tipo de queso que vayamos a degustar.
Existen en el mundo miles de quesos diferentes con procesos de fabricación muy variados. Por este motivo, la corteza que lo recubre, que normalmente sirve para conservarlo mejor durante más tiempo, puede tener muy diversos orígenes. Del mismo modo, puede tener posibilidades gastronómicas o no.
Según la Norma de calidad para los quesos y quesos fundidosque podemos encontrar en el Boletín Oficial del Estado (BOE), un queso puede estar recubierto por distintos materiales. Estos pueden ser de origen natural, como el aceite de oliva, la pimienta, el pimentón, el vino, la sidra o las plantas aromáticas. En el caso de los quesos maduros, estos pueden ser de origen artificial. Entre ellos, ceras, parafinas, materiales poliméricos con o sin colorantes, aceites minerales especialmente preparados y otros materiales autorizados para tal fin.
De este modo, refiriéndonos a cortezas, podemos distinguir entre tres grandes grupos de quesos.
Quesos sin corteza
Los quesos sin corteza, como el fresco o el de Burgos y la mozzarella, pueden comerse enteros sin problema. No hay ningún material, natural o artificial, que lo recubra.
Quesos con corteza natural
Son aquellos recubiertos con ingredientes de origen natural o cuya corteza aparece de forma espontánea durante el proceso de envejecimiento del queso. Normalmente, cuanto más maduro sea un queso, más seca, dura y visible es la corteza.
Quesos con corteza artificial