CORONAVIRUS
La ‘fatiga pandémica’ y es la sensación de cansancio general relacionado con el coronavirus y todo lo que gira en torno a la enfermedad. Pero tranquila, hay una manera de lidiar con ella.
Han pasado ocho meses y no podemos soportar más miedo ni más incertidumbre. Estamos agotados de estar todo el rato alerta, los nervios y la ansiedad pueden con nosotros y, para más inri, la mascarilla nos impide respirar profundamente. Soportar esta situación se nos hace cada ve más difícil desde un punto de vista práctico y también psicológico. Estar física y emocionalmente cansado es un mal cada vez más generalizado y tiene nombre propio: fatiga pandémica.
¿Qué es la ‘fatiga pandémica’?
La ‘fatiga pandémica’ es un estado de agotamiento, mezclado con preocupación y desconfianza ante una situación de pandemia mundial del que no se vislumbra un final. Al principio creíamos en la necesidad de unas medidas de contención y estábamos dispuestos a sacrificarnos por el bien común, pero ahora la sensación general es que todo el esfuerzo ha sido en vano. Como si acabásemos de regresar de una guerra cuya victoria (si es que fue tal) ha durado muy poco. Una victoria que ha dejado desempleo, angustia y malestar social a todos los niveles. Y el futuro que alcanzamos a vislumbrar no parece ser mejor.
Una patología que empeora si pertenecemos a un grupo de población desprotegido, tanto física como psicológicamente.
¿Qué riesgos supone para la sociedad?
Los datos estadísticos indican que el ‘cansancio pandémico podría hacer que la población estuviera menos atenta al cumplimiento de las normas por falta de confianza o porque el precio para protegerse del contagio se ha vuelto demasiado alto.
¿Cómo podemos luchar contra ella?
A nivel individual, existen herramientas capaces de protegernos frente a la ‘fatiga pandémica’: la autoestima, el sentido de autoeficacia, o la capacidad para emitir juicios críticos y para filtrar únicamente la información clínica sobre la pandemia.
A nivel social, también encontramos factores protectores: vivir en un contexto social adecuado en cuanto a condiciones higiénico-sanitarias, un sistema de creencias y valores fuerte, la cultura y la formación emocional, el apoyo de una red escolar y laboral, la confianza en las instituciones...
Para recuperar la tranquilidad y llevar una vida lo más pacífica posible mientras dure la pandemia, los expertos coinciden en que es momento de desarrollar la resiliencia.
¿Qué es eso de la resiliencia y cómo se entrena?
Nuestra vida ha cambiado y no podemos retroceder, por lo que ahora debemos reestablecer nuevos hábitos de vida saludables en línea con las reglas de seguridad que impone la pandemia. Y lo más difícil: intentar percibir este cambio no como una imposición, sino como una transición necesaria para salir lo antes posible.
Es momento de desarrollar esa capacidad de afrontar la adversidad inherente al ser humano que es la resiliencia y, ante la incertidumbre sobre futuro próximo, centrarse en las cosas de nuestra vida diaria menos urgentes pero realmente necesarias. Aquellas en las que sí podemos intervenir e incluso cambiar para encontrar la calma y ser un poquito más felices.
Redibuja tu escala de prioridades, reestructura los plazos y evalúa qué es realmente esencial ahora mismo y qué puede posponer para cuando vengan tiempos mejores. Concéntrate en lo que sea esencial ahora, y posterga el resto.
¿Dejar de leer sobre la Covid ayuda?
La falta de información puede hacernos tanto daño como la sobreinformación, sobre si tenemos en cuenta el auge de las fake news, las teorías conspiratorias y el falseo de cifras que puebla las redes sin orden ni fundamento y que agravan la sensación de agotamiento.
Para no sentirse abrumado por el exceso de noticias sobre la pandemia es mejor ceñirse a los datos difundidos por sitios oficiales como la OMS y el Instituto de Salud. Y hacer oídos sordos a la opinión de los que se autodenominan ‘expertos’ pero lo único que consiguen es crear un mayor clima de confusión, de división y, como consecuencia de cansancio.
Y atender, ahora más que nunca, al sentido común y a la responsabilidad individual. Respetar las reglas de distanciamiento social confiando en que estas limitaciones son indispensables para una resolución más rápida de la pandemia.