GRASA LOCALIZADA
¿Puedo deshacerme de la grasa localizada en el abdomen si la genética juega en mi contra? ¿Cómo puedo distinguir si mi tripa depende de mis hábitos o de mi ADN? Esta es la información que necesitas conocer para mejorar tu salud.
Bajar la tripa es uno de los principales objetivos pero, cuando estás trabajando en ello, es necesario saber hasta dónde puedes llegar y cuánta capacidad tienes de perder. La grasa abdominal que se acumula en nuestro abdomen puede dividirse en:
Las personas obesas tienen, en general, más grasa visceral que las delgadas. No obstante, el peligro en las personas delgadas es tener grasa visceral y no ser conscientes de ello. Por lo tanto, tengas o no una constitución delgada, es necesario cuidar la alimentación y el ejercicio, costumbres imprescindibles para reducir los dos tipos de grasa.
La grasa abdominal está relacionada principalmente con tres condicionantes:
La conclusión es que sí podemos perder grasa de la tripa. Podemos realizar cambios en todos los principales factores que influyen en la acumulación de grasa, excepto en la edad.
Aunque el IMC relaciona peso y estatura, es importante destacar que el IMC que afecta a la grasa abdominal es aquel que implica un aumento de peso por sedentarismo. Si tu IMC aumenta por ganar masa muscular, con un estilo de vida saludable, evidentemente ocurrirá lo contrario: la grasa abdominal también bajará.
La Fundación Española del Corazón destaca que la grasa abdominal es un factor de riesgo cardiovascular más peligroso que el exceso de peso. En definitiva, no solo se trata de tener menos barriga, sino que existe un objetivo mucho más importante: el de cuidar tu salud.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el perímetro abdominal tiene que estar por debajo de 102 centímetros en los hombres y de 88 centímetros en las mujeres.
Como ya hemos visto, está confirmado que sí se puede bajar la tripa, por mucho que lleves toda la vida con ella. La valoración realista que tenemos que hacer es cuánta tripa podemos perder. No es lo mismo que siempre hayas tenido una gran cantidad de tripa a que un poco de grasa te haya impedido tener el típico vientre plano.
Ya hemos visto que la grasa abdominal depende de la edad, por lo que a medida que nos hacemos mayores es más complicado reducir grasa.
Además, la grasa abdominal depende de la genética. Un estudio del King’s College London concreta que la grasa de la cintura depende en un 17,9% de la herencia, es decir, depende de nuestros antepasados.
La noticia positiva es que ese otro 82,1% no tiene ese origen, lo que nos da un buen margen de maniobra. Lo que es cierto es que ese pequeño porcentaje que sí depende de ella nos va a limitar en el tope de lo que podemos perder.
Si siempre has tenido grasa y gran parte de tu familia la tiene, es más que probable que sea herencia genética. No te obsesiones, por lo tanto, con perderla completamente, porque puede no ser un objetivo realista. Sin embargo, valora antes si tu familia también tiene un estilo de vida saludable, ya que la herencia de las malas costumbres en alimentación y actividad física no están reñidas con la consecución de objetivos.
El entrenamiento concurrente de fuerza y resistencia es la mejor estrategia para perder grasa abdominal. Realizar solamente fuerza no aporta el suficiente gasto calórico para perderla, y únicamente resistencia no ayuda a preservar la masa muscular.Es necesario realizar ambos tipos de entrenamiento acorde a tu nivel y tus características.
Con respecto al ejercicio cardiovascular, podemos destacar que se ha visto que el HIIT (High Intensity Interval Training = Entrenamiento Interválico de Alta Intensidad) tiene grandes beneficios, porque quema más calorías en la recuperación tras el entrenamiento que hacer cardio de forma continua. Además, la Organización Mundial de la Salud recomienda incluir alta intensidad en la rutina semanal. Eso sí: antes de ponerlo en práctica por tu cuenta recuerda tener una experiencia mínima, no tener factores de riesgo cardiovasculares y no padecer antecedentes familiares de enfermedad coronaria (infarto de miocardio, etc.).