CLIMA Y TEMPERATURA
Cuando cambia el tiempo, a muchas personas les duelen las articulaciones. Resolvemos en este artículo por qué pasa y qué remedios existen para aliviar esas molestias.
El dolor en las articulaciones relacionado con el cambio de clima es una experiencia real para muchas personas. Aunque los mecanismos exactos aún no se comprenden completamente, las evidencias sugieren que los cambios en la presión atmosférica, la temperatura y la humedad pueden influir en la percepción del dolor.
Si eres de las personas que sienten los efectos del clima en sus articulaciones, hay diversas estrategias que pueden ayudarte a mitigar el malestar. A continuación, te presentamos consejos prácticos y recomendaciones para proteger tus articulaciones:
1. Mantén tus articulaciones calientes. El frío es uno de los principales factores que contribuyen a la rigidez articular. Para combatirlo:
2. Realiza ejercicio moderado. La actividad física regular es esencial para mantener la movilidad articular y reducir la inflamación. El ejercicio mejora la circulación sanguínea y fortalece los músculos que sostienen las articulaciones, lo que puede aliviar el dolor. Las mejores opciones incluyen:
3. Adopta una alimentación antiinflamatoria. La dieta puede jugar un papel importante en la salud articular. Algunos alimentos pueden ayudar a reducir la inflamación, como:
4. Mejora tu postura. La postura juega un papel crucial en la salud de las articulaciones. Asegúrate de:
5. Considera terapias complementarias. Además de las medidas tradicionales, hay alternativas que pueden aliviar el dolor:
6. Consulta a un especialista. Si el dolor articular es frecuente o intenso, no lo ignores. Un médico reumatólogo o fisioterapeuta puede evaluar tus síntomas para descartar problemas más graves y prescribir medicamentos o terapias adecuadas.
El vínculo entre los cambios climáticos y el dolor articular no es fácil de probar. Las condiciones médicas, como la artritis y el dolor crónico, varían significativamente de persona a persona, lo que complica las investigaciones.
Sin embargo, varios estudios y teorías sugieren que sí podría haber una relación tangible:
La presión atmosférica se refiere al peso del aire que nos rodea. Antes de que ocurran cambios climáticos importantes, como una tormenta o una disminución de temperatura, esta presión suele bajar. Algunos investigadores creen que esta caída puede afectar los tejidos blandos y las articulaciones del cuerpo.
La teoría indica que una presión más baja permite que los tejidos corporales se expandan ligeramente, lo que podría ejercer presión sobre los nervios circundantes y aumentar la sensación de dolor. Este efecto es más notable en personas con inflamación preexistente, como en el caso de la artritis o lesiones articulares antiguas.
El frío puede tener un impacto significativo en las articulaciones. Las bajas temperaturas contraen los vasos sanguíneos, disminuyendo el flujo de sangre a las extremidades. Esto puede hacer que los músculos y tejidos alrededor de las articulaciones se sientan más rígidos y tensos.
La humedad, especialmente cuando se combina con temperaturas bajas, también ha sido señalada como un posible desencadenante del dolor articular.
Los días lluviosos o grises están asociados con una mayor prevalencia de estados de ánimo depresivos o bajos.