28 DE AGOSTO
Aunque a priori, la comida cruda es muy sana y tiene muchos beneficios, si hablamos de verduras, también pueden contener pesticidas peligrosos para la salud. Hoy, Día Internacional de la Comida Cruda, hablamos de los riesgos de la ingesta de estas sustancias.
Ensaladas, carpaccios, crudités y muchos otros platos habituales en nuestra dieta están compuestos por comida cruda. Aparte de ser opciones ligeras y refrescantes, también conservan mejor los nutrientes y enzimas que son saludables para el cuerpo humano.
Sin embargo, es fundamental considerar los posibles peligros que se derivan de consumir productos sin cocinar, en particular los pesticidas en las verduras. Hoy, 28 de agosto, se celebra el Día Internacional de la Comida Cruda y es la oportunidad perfecta para dar a conocer los potenciales riesgos de este tipo de alimentación.
Los pesticidas en las verduras han sido objeto de preocupación por sus posibles efectos en la salud humana des hace tiempo. Estudios científicos han asociado la exposición crónica a pesticidas con una serie de problemas de salud, incluidos trastornos neurológicos, problemas reproductivos, trastornos hormonales y un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Los niños, debido a su menor peso corporal y su etapa de desarrollo, son especialmente vulnerables a los efectos negativos de los pesticidas.
El último análisis de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó que la "probabilidad de que la salud de los consumidores corra peligro debido a la exposición a pesticidas es baja", sin embargo, sigue habiendo muestras que superan los límites permitidos.
Este estudio destacó un aumento de sustancias nocivas en berenjenas, plátanos, pimientos dulces y hongos cultivados, aunque el caso más alarmante fueron los pomelos importados fuera de la Unión Europea.
En este sentido, es importante tomar medidas para minimizar los riesgos asociados a la ingesta de pesticidas, como pelar las verduras -aunque esto podría eliminar parte de su fibra y nutrientes-. También puedes lavarlas minuciosamente con agua tibia durante al menos un minuto -preferiblemente usando un poco de bicarbonato sódico-, consumir las hojas interiores de verduras de hoja -desechando las exteriores que podrían tener más pesticidas- u optar por productos de temporada -ya que requieren menos tratamientos químicos y suelen ser más sabrosos y económicos- y alimentos de agricultura ecológica.
Aunque los primeros indicios de uso de sustancias para proteger cultivos se remontan a épocas antiguas, el concepto moderno de pesticidas (o plaguicidas) comenzó a tomar forma en el siglo XIX con la síntesis de varias sustancias con propiedades tóxicas e insecticidas. La investigación de compuestos arsenicales, por ejemplo, dio lugar al uso del arsenito de cobre para combatir escarabajos en los Estados Unidos, fue entonces cuando se implantó la primera legislación sobre pesticidas, en 1900.
Como resume este texto sobre intoxicación por plaguicidas de la Universidad de Navarra, el siglo XX presenció la llegada de muchos otros plaguicidas. El Diclorodifeniltricloroetano (DDT), sintetizado en 1874, demostró su potencial como insecticida en 1939 y se implementó en 1942. El Hexaclorociclohexano (HCH), desarrollado en 1825 y usado como gas de guerra en la Primera Guerra Mundial, encontró su utilidad como insecticida en 1942. La segunda mitad del siglo vio un rápido aumento en la síntesis de compuestos organofosforados y carbamatos, que culminó en productos como el Dimefox y el Malation en 1949 y 1950, respectivamente.