TIEMPO DE CAMBIOS
En verano nuestras rutinas cambian y nuestro cuerpo también. Tenemos más riesgo de deshidratación por el calor, pero también la grasa se pierde con relativa mayor facilidad.
Durante gran parte del año tenemos las agendas muy ocupadas con las obligaciones del día a día: trabajo, estudios, hijos, tareas domésticas… Vivimos muy rápido y con poco tiempo para nosotros, lo que nos provoca que algunos días lleguemos más cansados a la hora de hacer deporte. Esta sensación se acentúa notablemente al llegar el verano.
¿Qué le pasa a mi cuerpo? ¿Por qué sufre tanto con cada pequeño esfuerzo? La llegada del verano se hace sentir, pero no tiene por qué preocuparte: es muy común y se debe a varios motivos.
Cuando hacemos ejercicio, sudamos. Esto sucede al aumentar el calor corporal: nuestro organismo expulsa el sudor para evitar que esa temperatura se dispare. Durante el invierno, otoño y primavera, es un proceso bastante llevadero.
Sin embargo, con la llegada del verano y las altas temperaturas sí puede ser un problema:
Habrás escuchado en todas partes que hay que evitar las horas centrales del día para entrenar en la calle, pero hay quienes parecen no escuchar a su cuerpo. Si practicas con frecuencia ejercicio al aire libre, es preferible realizarlo a primera o última hora del día para buscar temperaturas más agradables.
Otro de los aspectos importantes es que durante el ejercicio se pierden sales, como el sodio y el potasio, que se reponen con el propio agua o con bebidas isotónicas. En ejercicio de corta duración y con temperaturas agradables no suele ser un problema, porque repones las sales tras la actividad. En cambio, en verano se pierde más sodio y potasio, por lo que es recomendable beber también durante el ejercicio.
Cuando no se reponen, estamos más expuestos a calambres musculares. Seguro que has visto algún reel o video en el que un runner no llega a meta porque las piernas le fallan. Uno de los motivos es haber agotado estas sales minerales. Y anque no estés haciendo una carrera, seguro que prefieres disfrutar del ejercicio sin riesgos.
La ropa que llevamos también es muy importante. Asegúrate de llevar gafas de sol y gorra, así como protegerte con crema solar y llevar ropa fresca y transpirable.
De ninguna de las maneras hagas la locura de llevar ropa de invierno para "perder más grasa". No te confundas, esto es un mito que lo único que hace es que sudes más, es decir, que pierdas más agua corporal y aumente considerablemente el riesgo de sufrir deshidratación, mareos, vómitos o un golpe de calor.
Sí, así es. No todo van a ser inconvenientes en verano. Con la llegada del buen tiempo, el cuerpo tiene una mayor facilidad para perder peso. Esto es así porque en invierno necesitamos más depósitos de grasa para resguardarnos y protegernos del frío.
En el siglo XXI nuestro cuerpo no tiene esta necesidad, porque afortunadamente tenemos mejores medios para resguardarnos del mal tiempo, pero lo heredamos de nuestros ancestros.
Por lo tanto, si en primavera y verano llevas unos buenos hábitos de ejercicio y alimentación, es más probable que notes como tu cuerpo reduce grasa corporal.
Que los inconvenientes del verano no sean un impedimento para mantenerte activo, sino todo lo contrario. En época estival tenemos más tiempo y es un momento ideal para aprovechar y hacer deporte. Ten en cuenta las recomendaciones dadas anteriormente y no te vuelvas loco haciendo actividades que aumenten mucho la carga con respecto a lo que estás acostumbrado a hacer.
Si durante el resto del año haces poco ejercicio, opta por deportes sencillos y de poca intensidad para coger buenos hábitos y disfrutar de ello. El verano es un momento ideal para empezar a hacer ejercicio y mantenerlo todo el año.