MUCHO CUIDADO
A todos nos gusta tener un olor agradable en casa, por nosotros y por las visitas que puedan venir. Y la forma de conseguirlo es a través de las velas aromáticas, los ambientadores y los inciensos. Sin embargo, tienes que saber que es necesario ventilar para que los componentes dañinos que contienen no se queden suspendidos en el aire de tu hogar.
Que cada casa, al igual que cada persona, tiene un olor es una realidad. Nada más abrir la puerta podrías decir dónde estás con los ojos abiertos. Sin embargo, en ocasiones ese olor no es tan agradable como nos gustaría.
Son muchas las personas que recurren a las velas aromáticas y los ambientadores para crear ese olor agradable al llegar a casa; una sensación de placer absoluto que tiene sus riesgos. Mientras todo el mundo habla de los beneficios de estos ambientadores, hay que tener cuidado con ellos.
Primero cabe destacar que el aire de los interiores también puede estar contaminado, aunque no sea de la misma forma que el aire de los exteriores con las emisiones de los coches o las fábricas. Muchos productos incrementan esta contaminación en un hogar, como los ácaros, el moho que aparece por la humedad o los productos de limpieza. Pero nadie cae en la cuenta que las velas aromáticas, el incienso y los ambientadores también ayudan a esta contaminación.
Pasamos el 80% de nuestro tiempo en espacios cerrados, por lo que es conveniente mantener una ventilación adecuada en ellos. Pero en ocasiones no es suficiente. Como ya hemos explicado, las velas y los ambientadores pueden emitir residuos que quedan en suspensión en el aire de nuestra casa.
Algunos de esos residuos son los trepenos, que dan el habitual olor a limón; el alfa pineno, que da el olor a pino; o disolventes. No son dañinos en pequeñas cantidades, pero si usamos a menudo estos productos ocultos en las velas y los ambientadores y no ventilamos constantemente nuestra casa, podemos ponernos en peligro.
La solución no es dejar de utilizar velas aromáticas o ambientadores, sino usarlos con moderación, ser conscientes de sus riesgos y, sobre todo, ventilar para que esos productos dañinos no se queden suspendidos en el aire de nuestro hogar.