URGENCIA PEDIÁRICA
Qué hay que hacer y qué debemos evitar a toda costa para empeorar una situación de urgencia como la de las convulsiones en niños.
Presenciar una convulsión en un niño puede suponer un momento de gran angustia y miedo para sus padres o cuidadores, puesto que la sensación es de riesgo vital y extrema gravedad.
En estos casos se debe actuar con calma y serenidad, puesto que llevar a cabo acciones indebida pueden empeorar la situación.
¿Qué son las convulsiones?
Las más frecuentes en la infancia son las convulsiones tónico-clónicas generalizadas.
Se trata de un episodio repentino en el que el niño se desconecta del medio (no responde a estímulos), presenta mirada fija o desviación de la mirada (mirando a un punto fijo o con los ojos en blanco), su cuerpo suele estar rígido (contractura muscular generalizada) y comienza a realizar temblores o sacudidas de las cuatro extremidades.
Suele asociar sialorrea (salivación excesiva), ruidos respiratorios, secreciones y mandíbula apretada. Este tipo de convulsiones pueden ir acompañadas de movimientos de chupeteo, coloración azulada de los labios y pérdida del control de esfínteres (micción o defecación involuntaria).
Suelen ser episodios de pocos minutos de duración (o incluso segundos) que, en la mayoría de ocasiones, ceden sin precisar ninguna medicación.
Posteriormente a una convulsión es frecuente que el niño se quede dormido con dificultad para responder a estímulos durante algunos minutos más.
Cómo actuar ante una convusión
Lo más importante y difícil es mantener la calma. Recordad que la mayoría de crisis ceden por sí solas en pocos minutos.
Si esto ya ha sucedido previamente, es posible que su pediatra haya recomendando la administración de algún medicamento por vía rectal (diazepam) o por vía oral (introduciendo una jeringuilla entre los dientes y la mejilla, en este caso midazolam) en el caso de sufrir una nueva convulsión.
Causas de convulsiones en niños
La causa más frecuente de convulsiones en los niños es la fiebre,lo que conocemos como convulsiones febriles. Suelen coincidir con el ascenso de temperatura en niños entre los 6 meses y los 5 años.
Se relacionan con una falta de maduración neuronal (por eso tienden a desaparecer con la edad) y con una predisposición genética (más frecuentes si alguno de los padres sufrieron convulsiones febriles en su infancia). Son benignas y no presentan secuelas a largo plazo.
Otras causas de las convulsiones pueden ser:
Como causas mucho menos frecuentes encontramos: traumatismo craneoencefálico, malformaciones arteriovenosas del sistema nervioso central, metabolopatías o tumores cerebrales.
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