CUIDAR LA RELACIÓN
La psicóloga Susana Ivorra nos aporta perspectiva sobre uno de los problemas cotidianos que nos puede llegar a generar más malestar en nuestra relación de pareja.
Uno de los factores más complicados de la convivencia en pareja es adaptarnos a las formas y a los ritmos del otro. En este sentido, y por regla general, en una relación de convivencia entre dos personas siempre hay uno que carga más que el otro.
Es decir, el que se encargará de reponer la leche en la despensa cuando está a punto de acabarse, el que lleva el ritmo de las lavadoras o sabe cuándo toca limpiar el baño. A menudo, la otra parte se deja llevar sin darse cuenta del esfuerzo que supone para la otra persona mantener el orden y los ritmos domésticos.
De este modo, se crean dos roles bien diferenciados: el que lleva la carga mental del hogar (muchas veces, este papel recae sobre la mujer) y el que se deja llevar. Si esta situación se perpetúa, puede generar un conflicto enquistado que, de vez en cuando, sea motivo de una gran discusión.
Si te sientes identificada con la situación descrita, este artículo te interesa. En NovaMás hemos hablado con la psicóloga experta en relaciones, Susana Ivorra, para que nos explique si es posible una convivencia en pareja más sana y justa.
¿Se pueden repartir las tareas domésticas de manera igualitaria?
Susana Ivorra apunta que no se trata de repartir las tareas de una manera estrictamente equitativa, sino de hacerlo de forma justa: "si repartimos las tareas al 50/50 y a un miembro de la pareja le quedan 2 horas de ocio o descanso, junto con sus otras responsabilidades, y a la otra persona le quedan 15 horas, será un reparto equitativo, pero no justo, y seguirá dejando a una de las partes con una sensación de sobrecarga", explica la experta.
De este modo, según la psicóloga, un reparto de las tareas justo es aquel que tiene en cuenta el tiempo libre que tiene cada uno para dedicarlo al hogar.
¿Quién debe ceder, el ordenado o el desordenado?
Para Ivorra "no hay una fórmula universal porque cada persona se ajusta de modo diferente y cada pareja debe encontrar su punto de equilibrio'. La psicóloga añade que, "hay relaciones que funcionan porque el desordenado se aplica más, o porque el ordenado se vuelve más tolerante". De todas formas, "cuando se encuentra este punto de equilibrio, el ordenador puede, igualmente, ocuparse de las cosas extra que tienen importancia solo para él", matiza.
¿Cómo explicarías qué es la carga mental?
"No es lo mismo poner una lavadora, que saber qué día tienes que poner la lavadora de blancos porque al día siguiente tienes esa actividad que requiere tener limpia esas prendas. O calcular a qué hora vas a poder tenderla y, en función de eso, ponerla. La ejecución en sí de la tarea son solo 2 minutos, pero hay más detrás". Esta descripción de Ivorra, con la que, seguro que te sientas identificada, es la carga mental.
La psicóloga propone que, para que el otro sea consciente de toda la carga mental que lleva su pareja, ésta haga una lista con todas aquellas 'responsabilidades cotidianas' que tiene que repetirse mentalmente para no olvidarse. De este modo, al otro le va a ser mucho más fácil empatizar y darse cuenta "de todo lo que llevamos a cuestas". Para Ivorra,así, no solo repartimos las tareas, sino también su organización y logística.
¿Y si bajamos la guardia?
Muchas veces pensamos que, si nos relajamos y dejamos la casa en manos del otro, va a reinar el caos. En este sentido, Ivorra apunta que, cuando la otra persona se da cuenta de que las tareas no se hacen solas, se pone las pilas.
Esto sí, tenemos que ser conscientes de que, si queremos ceder la responsabilidad, los ritmos y la manera de hacer del otro serán diferentes. Posiblemente debamos rebajar exigencia y expectativas.
Cuidar a nuestras parejas sin ejercer de madres
Según la experta, si en una relación se establecen los papeles de madre (o padre) e hijo, significa que "los roles son asimétricos, una persona se coloca por encima de la otra, para lo bueno y para lo malo".
Esto puede hacer que nos comportemos con esta misma conducta en otros ámbitos, perjudicando a la pareja. Por ejemplo, puede ocurrir que "tengamos menos ganas de tener relaciones". Así que lo más recomendable es dejar que el otro cuide de sí mismo y se haga cargo de sus responsabilidades.
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