NADA ES PARA SIEMPRE
Comprarse una casa es una de las decisiones más importantes de nuestra vida. Supone un compromiso con la vivienda en cuestión (ya que esperamos que cubra unas necesidades presentes y, a ser posible, futuras), muchas veces con otra persona (se calcula que seis de cada diez demandantes de vivienda lo hacen en pareja) y con el banco.
Se suele decir que, cuando adquirimos una vivienda, no es nuestra sino del banco. Esta afirmación no es cierta. Es verdad que adquirimos un compromiso importante que va a suponer que durante décadas tengamos que abonar religiosamente una cuota mensual de hipoteca a la entidad financiera que nos ha prestado el dinero, pero la casa, desde el día en el que la compramos, es nuestra.
Cuando compramos y la adquirimos con financiación hipotecaria, la vivienda tendrá una carga registral, es decir, una anotación en la que se especifica que hay una deuda asociada a la misma.
Esta carga no significa que la vivienda no sea nuestra, sino que una entidad financiera ha formalizado un préstamo en el que esa casa es la garantía frente a un posible impago futuro.
Hasta que no terminemos de pagarla -y solicitemos eliminar esa carga-, existe este aviso para que, por ejemplo, un futuro comprador, sepa que esa vivienda es la garantía de un préstamo y que se asegure de que se elimina esa carga antes de adquirirla.
La hipoteca va unida a la vivienda, pero eso no significa que no podamos modificar o cambiar el préstamo por otro en el futuro.
Una novación es el cambio de condiciones de ese préstamo hipotecario. Es decir, si negociases nuevas condiciones con tu entidad, llegando a un acuerdo para, por ejemplo, tener un tipo de interés más bajo o un plazo de amortización más favorable, podrías firmar una novación.
La subrogación implica el cambio de titulares de un préstamo hipotecario. Es decir, si no fuese tu entidad, sino otra la que te ofreciese unas condiciones más ventajosas, podrías realizar una subrogación para cambiar uno de los titulares (la entidad bancaria en este caso) así como las condiciones de la hipoteca.
De este modo, cuando adquirimos una casa es importante encontrar las mejores condiciones para nuestra situación en ese momento, pero eso no implica que siempre vayan a tener que ser las mismas.
Si compramos en una época en la que los tipos de interés están más altos, buscaremos la mejor opción, pero eso no significa que, pasado un tiempo, no haya otras mejores y quizás podamos acordar otras condiciones más favorables con nuestra entidad o con otra.
Por último, sería interesante revisar -tanto en el momento de negociación de nuestra primera hipoteca como posteriormente si hacemos un cambio-, cuáles son los gastos y comisiones derivados de una operación de novación o subrogración (como pueden ser la comisión por novación, por subrogación, por cancelación anticipada, por riesgo de tipo de interés o gastos de tasación, entre otros, para valorar que el cambio en cuestión es rentable.
Y es que, cuando compras una vivienda, te casas con tu casa, no con tu hipoteca.