PAREJAS

Cómo saber si es una red flag de pareja o un problema que tiene solución

Cuando estamos en pareja o conociendo a alguien, sabemos lo que no queremos, las cosas que para nosotras son importantes. Se ha popularizado el concepto "red flag" para definir justamente esos comportamientos que no toleramos y que nos hacen alejar de alguien.

Si algo tienen de bueno las nuevas generaciones es que tienen la libertad de elegir pareja de forma consciente y, además, muestran una mayor concienciación que las generaciones anteriores sobre la importancia de los límites y las red flags.

Es común encontrarnos con personas que ya han reflexionado sobre lo que quieren y no quieren en una relación de pareja, sobre todo a partir de cierto nivel de madurez. Pero, ¿cómo saber si las red flags nos ayudan o son otro obstáculo más que nos cierra puertas a la hora de encontrar pareja?

La importancia de saber lo que te gusta y lo que no

Las red flags son las líneas rojas que jamás debemos cruzar en una relación. Se trata de indicadores que nos muestran cuándo debemos huir de la compañía de alguien para preservar nuestro bienestar. Por ejemplo: Una red flag general para todos es que la otra persona sea agresiva con nosotros (insultos, gritos o agresión física) y luego hay otras red flags más específicas dependiendo de las prioridades de la persona, como puede ser que haya diferencias en las preferencias políticas o en gustos de diferentes ámbitos.

Cómo te puede ayudar la terapia de pareja con las red flags

Pongamos el siguiente caso: María y Juan llevan juntos 10 años. Hace dos años y medio se casaron y acaban de tener un hijo. Tal y como ha ocurrido en épocas anteriores, están pasando por un proceso de transición que exige cambios para que ambos se adapten a las nuevas demandas como por ejemplo los nuevos horarios teniendo en cuenta que ahora duermen peor, a renunciar a actividades placenteras porque tienen menos tiempo individual o a la necesidad de ahorrar para pagar los nuevos gastos relacionados con su niño.

Una pareja discute | Pexels

María se ha cogido una excedencia para cuidar al pequeño y no tiene tiempo casi ni para peinarse porque el niño exige mucha atención. Se siente sola y sobrepasada por el sueño y por no poder ni quedar con sus amigas todo lo que le gustaría para hablarles de todo lo que está viviendo.

Por otro lado, Juan está pasando por una mala época en el trabajo porque no le dieron el ascenso que se esperaba y se encuentra desmotivado y con mucha carga laboral. Los dos están muy felices por la familia que están construyendo y, a pesar de todo, reservan ratitos para demostrarse cuánto se quieren.

Sin embargo, Juan se siente descuidado por María porque ya ni lo mira, y María siente que Juan no valora todo el esfuerzo que hace cada día en casa. En consecuencia, acaban discutiendo muy a menudo y Juan le grita a María provocando en ella el llanto.

Juan rectifica y pide perdón en esos casos, pero María se siente confundida porque, además, para ella, los gritos son una red flag importante y percibe que está permitiendo una gran falta de respeto.

Los dos son conscientes de la problemática y de que necesitan ayuda, así que un día cogen el teléfono y llaman para pedir cita con una psicóloga de su barrio que también hace terapia de pareja. Los dos son conscientes de que los gritos tienen que terminar, pero ambos se responsabilizan de su parte. Empiezan a mejorar, a organizarse de forma más eficiente, a comprenderse, a comunicarse y a respetarse.

Una pareja se abraza | Pexels

Esta situación podría no haber finalizado de esa forma, porque Juan podría haberle dicho a María "no pienso ir a terapia por esto, es una etapa, y si te grito es porque tú me llevas al límite". O María podría haber respondido con más gritos, creando un gran círculo vicioso.

Las red flags no tienen solución, los problemas sí

La diferencia entre una red flag y una problemática pendiente de solucionar es la capacidad de solución en sí misma. Es decir, si aparece una red flag en la relación (como, por ejemplo: gritar) y no hay solución o no se hace nada por solucionarlo, entonces la red flag permanece como una red flag de principio a fin.

Pero si aparece y se buscan soluciones y además las soluciones se pueden llevar a cabo, puede que lo podamos considerar un problema al que se le ha buscado remedio. Si lo que queremos cambiar del otro es que sea más deportista, por ejemplo, posiblemente le estemos pidiendo peras al olmo y debamos reconsiderar nuestras red flags si queremos continuar con esa persona.

Todas las personas merecemos otra oportunidad si mostramos arrepentimiento y voluntad de cambio y también buscamos que no se nos juzgue de una forma rígida. Todas las personas podemos presentar red flags en algún momento y es importante también saber recomponernos y tener apoyo.