En generaciones anteriores, tener hijos no era una elección, sino una obligación. Lo mismo pasaba con el deseo de tener hijos, porque parece que también era algo inherente al ser humano, sobre todo para la mujer. Sin embargo, parece que las generaciones actuales preferimos no tener hijos o tener menos hijos.
Los datos sobre la natalidad en España no paran de descender. En 2022 concretamente nacieron 8.129 niños menos que en 2021 y el número medio de hijos por mujer es del 1,16. Junto con Italia y Grecia, España es de los países de Europa con menos natalidad. ¿Esto qué quiere decir?
¿Por qué cada vez hay menos natalidad?
Algunas de las causas que pueden estar afectando al descenso de la natalidad en nuestro país son:
- Situación económica: Es importante comprender que las cosas no son como antes y los sueldos son bastante bajos en general. A las personas les cuesta cada vez más hipotecarse para comprar una casa y también gestionar sus gastos para pagar colegios y pañales.
- Mayor libertad y cambio de prioridades: Por otro lado, tenemos mayor libertad, sobre todo las mujeres, y esto implica que a veces prioricemos otras cosas a parte del cuidado de los hijos, como, por ejemplo: el trabajo o la vida social.
- Mayor libertad y menor conformismo en el amor: Al mismo tiempo y ligado con el punto anterior, al gozar de mayor libertad, las mujeres tienden a no comprometerse o no continuar relaciones de pareja si no son realmente satisfactorias. Esto también provoca más rupturas y más dificultad para tener una relación de pareja si no hay reciprocidad, lo que va directamente relacionado con tener hijos.
- Menor capacidad para asumir responsabilidades: Por último, existe un miedo generalizado a asumir responsabilidades. Parece que lo queremos todo, pero sin ninguna consecuencia, y esto nos lleva a no mojarnos y no tomar ciertas decisiones. Como, por ejemplo: preferir tener un perro a tener un hijo.
"Ahora sabemos que el deseo de tener hijos no es inherente a la condición de ser mujer, sino que podemos cuestionárnoslo"
Cómo saber si realmente quieres tener hijos
Ahora sabemos que el deseo de tener hijos no es inherente a la condición de ser mujer, sino que podemos cuestionárnoslo. Para muchas personas es fácil saberlo porque tienen un instinto maternal muy notable, sin embargo, esto no es así en todos los casos.
Veamos a continuación los factores más importantes para tener en cuenta a la hora de saber si realmente queremos tener hijos o no:
- Presión social: Tener hijos porque en tu alrededor te presionan, te dicen que se te va a pasar el arroz, todas tus amigas ya van por el segundo y sientes esa necesidad de no quedarte atrás es una muy mala decisión. Es importante que cuando reflexionemos si queremos tener hijos o no, miremos en nuestro interior, no afuera. La presión social es un factor que no puede ser decisivo en tu decisión. Las comparaciones que sean solo para inspirarnos, no para presionarnos.
- Carencias emocionales: Muchas personas buscan tener hijos para sanar sus propias heridas, para que el hijo consiga aquellas metas en la vida que no pudimos conseguir nosotros, para hacerlo mejor que nuestros padres, para vengarnos, para no sentirnos solos o para sanar la relación de pareja. Nuevamente, esto es un error. Tener hijos como sobrecompensación a nuestras carencias solo nos va a hacer más daño, tanto a nosotros como al niño.
- Instinto maternal: Si tenemos un instinto maternal bien desarrollado, entonces es importante que nos dejemos llevar por él, pero intentando construir un ambiente lo más seguro posible para ese niño. Por ejemplo: formando una relación de pareja saludable, buscando la disponibilidad de los recursos materiales necesarios para el niño y/o disponiendo de tiempo para dedicarle.
- Contexto óptimo: Es importante tener en cuenta que nunca es un momento perfecto para tener hijos. El embarazo requiere una serie de obligaciones y responsabilidades y el hijo también. Por tanto, en línea con el apartado anterior es importante crear un entorno lo más seguro y cómodo posible para el niño, pero no obsesionarnos con que todo sea perfecto porque entonces ese momento nunca llegará. Lo más importante es fijarnos en si realmente tenemos una situación estable y serena.
- Pensamiento catastrófico o superficial: A veces nos encontramos con el dilema de que tenemos ganas de tener hijos y además podemos porque nuestro contexto es adecuado, pero no queremos renunciar a la libertad, a las salidas nocturnas y a los viajes. Además, cada vez tenemos más información y sabemos que en la maternidad no es todo color de rosa, sino que también hay días malos y situaciones difíciles y esto es algo que no nos apetece asumir.
Es muy importante comprender que tener un hijo va mucho más allá de nuestra comodidad y si realmente la decisión de tener un hijo surge del deseo de tenerlo, la felicidad será tan grande que compensará todo lo negativo. Muchas veces el aprender a adaptarnos a la nueva vida implica también aprender a priorizar, delegar y organizarnos para poder dedicar tiempo a todo lo que nos hace felices.
- Meta vital: Por último, tener un hijo como decíamos antes, puede no surgir únicamente del instinto, si no de algo diferente. En este punto destacamos que surja de un proyecto de vida con el que sientes que te puedes comprometer y además quieres hacerlo. Por ejemplo: como un proyecto de amor en tu relación de pareja sin expectativas de otra cosa más que disfrutar de ese pequeño.