LO QUE PUEDES HACER
Ante los constantes tropiezos, la exposición a pantallas y los antecedentes en la familia puede que te plantees si tu hijo o hija necesita llevar gafas y no sepas muy bien qué debes hacer para descubrirlo. ¿Se lo pregunto a su pediatra? ¿Lo llevo a la óptica y que le miren? ¿o mejor pido una cita directamente en oftalmología? En este artículo te explicamos todo lo que debes saber para descubrir si tu peque necesitas gafas.
Los pies planos, la escoliosis, la mordida cruzada o la miopía puede que sean algunos de los temores más habituales entre los padres y madres que tenemos en casa algún peque. Y no es para menos, las plantillas, las sesiones de fisioterapia, los aparatos de ortodoncia y las gafas, son necesarias para cuidar de la mejor manera la salud de nuestros peques, pero todo sube un pico.
Antes de pensar en cuánto nos puede costar, debemos saber cómo diagnosticar correctamente lo que sucede. En este artículo de NovaMás nos vamos a centrar en las gafas, ¿cómo identificar si mi peque las necesita?
Para saber a ciencia cierta cuáles son las recomendaciones que hemos de seguir, hemos recurrido a los conocimientos de dos especialistas: Alicia Serra, oftalmóloga pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, y, Joaquim Grau Inglada, presidente del Colegio Oficial de Ópticos y Optometristas de Cataluña.
Según los expertos, las personas adultas que convivimos con niños y niñas más pequeños debemos fijarnos en aspectos básicos de su actividad diaria, ya sea cuando está en movimiento como cuando está realizando tareas de forma estática, porque cualquier detalle que salga de la normalidad para una actividad en concreto puede ser un síntoma de alarma.
"En actividades más dinámicas, si vemos que un niño pequeño tropieza con los objetos que tiene a su alrededor o no coordina en el momento en que le damos un objeto, puede ser un síntoma de problema visual. A nivel más estático, podemos fijarnos en muchos detalles, como: leer mal u omitir palabras, acercarse mucho al papel, añadir letras o torcerse al escribir, mover la cabeza, rechazar hacer actividades de carácter visual… En todo caso debemos observar si desvía uno o los dos ojos, si cierra un ojo o tuerce la cabeza al leer, si se queja de visión doble y dolor de cabeza, si presenta picor, escozor y lagrimeo de los ojos y también si se los frota", explica el óptico optometrista, Joaquim Grau.
La oftalmóloga pediátrica Alicia Serra, nos recuerda que "los niños pequeños suelen funcionar muy bien, incluso en condiciones de visión muy bajas, por lo que muchas veces la mera observación no nos va a dar mucha información". Lo más recomendable es consultar a una persona experta en la visión.
En el momento del nacimiento ya se hacen pruebas para identificar problemas graves oculares de visión. Sin embargo, no es hasta las revisiones pediátricas de los 3 o 4 años que se suelen hacer exploraciones preventivas para descartar alguna el estrabismo, la ambliopía (ojo vago) o algún problema en la córnea o el cristalino.
En esta primera exploración visual, además, los niños y niñas se someten a un examen visual que se llama test de mirada preferencial, que consiste en la proyección de unas rayas de diferente tamaño, unas figuras similares o la dirección de unas flechas o letras. Elementos que son fácilmente identificables para las criaturas y que pueden señalar con el dedo.
En cualquier óptica se determina la agudeza visual de cualquier persona que acuda; sin embargo, para llevar a cabo una graduación correcta, en el caso de una primera revisión, es mejor acudir a la consulta de oftalmología para que revisen la córnea, el cristalino, le dilaten la pupila y se lleve a cabo una corrección precisa, coinciden tanto la oftalmóloga Serra como el óptico optometrista Grau.
"Cuando uno de los dos padres es miope, el niño tiene el doble de riesgo de ser miope. Cuando son los dos padres miopes, el riesgo del niño se multiplica por cinco"
A veces nos preocupa mucho que nuestro hijo o hija herede algún defecto visual de uno de sus progenitores. La doctora Serra puntualiza que "cuando uno de los dos padres es miope, el niño tiene el doble de riesgo de ser miope. Cuando son los dos padres miopes, el riesgo del niño se multiplica por cinco" y añade, "en los casos que un padre tiene el ojo vago, por ejemplo, es muy frecuente que los hijos también lo tengan". La oftalmóloga recomienda que cuando hay antecedentes familiares de miopía o ambliopía se tenga muy en cuenta en las revisiones oculares.
Según Joaquim Grau, óptico optometrista, "la miopía, hipermetropía y astigmatismo son defectos visuales, no enfermedades. Algunas patologías oculares hereditarias pueden ser las distrofias hereditarias de la retina, las alteraciones en la visión en color –daltonismo-, glaucoma, retinitis pigmentaria, catarata congénita, nistagmos, miopía magna y estrabismo, entre otras".