Vida en pareja
Cuando se habla del sexo en pareja, parece que se trata de algo estable. Es decir, que siempre tenemos la misma vida sexual, cuando esta afirmación no puede estar más lejos de la realidad.
Las parejas pasan sus rachas, mejores y peores, pero además, cada persona también experimenta momentos de felicidad, de cansancio, de disfrute, de estrés o de apatía. Todo ello se traduce en que hay etapas de estabilidad sexual, otra de una actividad casi frenética y otras de una sequía total.
Como apunta la sexóloga Leticia García Castelló, “Los niveles de deseo fluctúan en función de muchas variables como pueden ser los neurotransmisores, las hormonas, el nivel de estrés, ansiedad, hijos, trabajo y otras responsabilidades... “. Lo que cabe preguntarse es cómo pasar de una etapa a otra, y sobre todo, cómo salir de una etapa de sequía.
La primera idea es que parece que cuanto más sexo tenemos, más sexo queremos. Sin embargo, también somos capaces de acostumbrarnos a la sequía sexual, hasta el punto de que nos acabe costando volver a retomar las relaciones sexuales. No se trata de enfocarlo como un problema, ya que como apunta García Castelló “Los tiempos de sequía no son malos, siempre y cuando no sean por cuestiones problemáticas, patológicas o similar. Es una fase más dentro de nuestra biografía sexuada. No siempre comemos lo mismo, ni la misma cantidad, ni con las mismas ganas”.Sin embargo, hay que tener en cuenta que si esta etapa se alarga, nos puede afectar más de lo que pensamos. Como se ha expuesto en algunos estudios, las personas con una vida sexual activa tienen una mejor presión arterial y menores niveles de estrés. Pero además, dejar de lado nuestra vida sexual también puede empeorar la relación de pareja, ya que según otro estudio de la Universidad de Bonn (Alemania), durante las relaciones sexuales las parejas segregan la llamada hormona del amor, es decir, la oxitocina, ya que está demostrado que afianza el vínculo de la pareja.
La cuestión por tanto es aceptar que hay periodos de sequía, pero no acostumbrarse a vivir en ellos demasiado tiempo. El problema es que precisamente al retomar estas relaciones es habitual que las personas se sientan más inseguras, más presionadas e incluso con menos ganas, y cueste salir de esa situación.
En primer lugar, según García Castelló, hay que buscar provocar la situación. Es lógico que si el sexo ya no es parte de nuestra rutina, no encontremos un momento para que surja por sí solo, así que habrá que forzarlo un poco. “Aunque yo más que de forzar, prefiero hablar de provocar, seducir, tentar...”, insiste la sexóloga.
Para ello, antes de volver a conectar con el otro, es importante reconectar con nuestra propia sexualidad. Así, la sexóloga receta ponerse a investigar un poco y dedicarse tiempo, y sobre todo, no buscar precisamente ese encuentro “Al último momento antes de dormir, cuando estás cansada de todo el día”. La otra idea es que a la hora de retomar, para reducir la presión y la ansiedad, es mejor no ir directamente al grano, sino disfrutar de jugar juntos, para ir reconectando poco a poco. “Quizás no desees que te rocen los genitales, pero si te apetece una ronda de besos por la espalda, caricias por los brazos, un masaje en los pies...”.
En este sentido, una herramienta que puede ser útil es la llamada “agenda sexual”. Es decir, que cuando no se encuentra un momento para el sexo, programarnos en la agenda un par de horas de placer a la semana, igual que nos programamos la paella con la suegra o ir a hacer la compra, se convierte en una solución muy útil. Y no por ello resulta un sexo menos satisfactorio. De hecho, también hay estudios que establecen que las parejas más organizadas y concienzudas tienen una mejor función sexual.