EL TAMAÑO IMPORTA
Pese al mito en torno al placer y los penes grandes, lo cierto es que en ocasiones un exceso de tamaño puede ocasionar molestias, que es posible solventar.
La pregunta del millón en torno al sexo es la de si el tamaño importa. La respuesta es que sí. Aunque la vagina se dilata y se adapta al tamaño del pene, es cierto que los extremos pueden ser una dificultad a trabajar. Aunque no suele ser lo habitual. Un tamaño demasiado pequeño puede ser un problema a la hora de que el pene se salga durante el movimiento de empuje. Un tamaño demasiado grande puede ser molesto si la vagina no está preparada. Y es que por mucho que las actrices porno griten como locas de placer, en la vida real, las personas con vagina no se muestran tan efusivas ante un pene demasiado grande.
No siempre tiene que ser así. Hay personas que disfrutan mucho de un pene más grande, si se muestran dilatadas y lubricadas. Todo depende de cómo se encuentre la vagina, para acoger con mayor o menor agrado al pene. “En la fase de excitación, la vagina se lubrica y se expande, permitiendo la penetración con mayor facilidad, pero por distintos motivos (hormonales, medicación, estrés, lactancia, etc.) podría no ser suficiente”, explica la especialista en Sex Coaching,Carolina Roldán.
Lo primero es aclarar entonces si las molestias son a causa de una falta de excitación previa, por haber querido ir demasiado al grano, o por el motivo que sea, o si realmente es el tamaño lo que nos está suponiendo un problema.
Si estamos ante el segundo caso, existen algunos matices a tener en cuenta. Por ejemplo, intentar practicar posturas en las que la penetración no sea tan profunda o la persona penetrada pueda ser la que controla. “Algunas de ellas puede ser la milhoja, ella arriba de frente; la amazona, ella cabalgando sobre él; o la flor de loto, con los dos sentados, ella sobre él”, aporta la experta. Todo ello siempre teniendo en cuenta que habrá que utilizar un preservativo XL, para evitar una rotura del mismo.
Otra cuestión es que, aunque la postura sea menos profunda, en el momento en cuestión nos dejemos llevar y al final nos hagamos daño igual. En estos casos, otra opción es la de usar algún tipo de tope, para que el pene no entre completamente en la vagina. Esta idea no es nueva, ya el rey Fernando VII tenía que usar una especie de cojín para poder tener relaciones con su mujer.
Si bien hay personas que se siguen ayudando de un cojín o de una toalla enrollada, ya existen juguetes pensados con este fin. “Recomiendo unos anillos ajustables, que ayudan a ajustar las penetraciones según los gustos. Se estiran y son tan suaves que se sienten como la piel”.
En cuanto a remedios más caseros, podemos usar a modo de cojín los roscos de espuma para moños, siempre forrados para que no dañen el preservativo ni la piel del pene. También los modelos caseros hechos de tela.
Es cierto que todos estos consejos están centrados en la penetración y a veces la dificultad aparece en otros juegos, por ejemplo, durante el sexo oral. Especialmente si intentamos una felación profunda y se sufren arcadas. O si, al contrario, el problema es el ancho y acaba siendo molesto en los carrillos para realizar el movimiento de succión. “Recordemos que la parte del pene con mayor cantidad de terminaciones nerviosas es el glande y el frenillo, por lo que no es necesario una garganta profunda para que a quien recibe el sexo oral le resulte excitante o placentero”, aclara Roldán.
Para estos casos, la sexóloga recomienda técnicas como la del beso. “Se trata de simular un beso con los labios, al rededor del cuerpo del pene, succiones en el glande o lamidas con distintos ritmos y presiones, con la lengua en punta o plana”, nos deja la experta como último consejo.