DISFRUTE CON SEGURIDAD
Durante las vacaciones se suelen hacer otro tipo de actividades diferentes al resto del año, por lo que no debemos bajar la guardia si no queremos que un día estupendo se convierta en una tragedia. Aquí, mis recomendaciones como pediatra.
El verano es el momento ideal para que los niños disfruten del sol, del agua y de las actividades al aire libre. Si quieres saber qué recomendaciones considero más importantes para disfrutar cada día del verano y evitar riesgos en la salud de los más pequeños quédate, aquí tienes mis recomendaciones como pediatra.
Aplicar protección solar adecuada frecuentemente para evitar quemaduras en la piel. En los niños entre los 6 meses y los 3 años se aconseja aplicar filtros físicos/minerales con factor de protección 50 y sean de amplio espectro, es decir que protejan frente a UVB y también frente a UVA.
En los mayores de 3 años se pueden utilizar filtros químicos, más fáciles de aplicar. Han de tener una protección alta, preferiblemente 50 y ser infantiles. La crema hay que reaplicarla cada 1,5 horas o máximo cada 2 horas, tras el baño y cuando exista un exceso de sudoración.
Recordad que los niños menores de 6 meses no deben exponerse directamente al sol ni tampoco utilizar fotoprotector solar. Lo recomendable es protegerlos con ropa fresquita, sombreros y/o sombrillas y evitar paseos a las horas centrales del día. Los niños tan pequeños son muy sensibles a la radiación solar y además corren riesgo de deshidratarse.
Hay que evitar el ejercicio intenso en las horas más calurosas del día (entre las 12 y las 17 h) ya que esto puede ocasionar un golpe de calor y provocar mareos, vómitos, fiebre superior a 40 ºC, cefalea o debilidad muscular.
Refrescar frecuentemente ante las altas temperaturas: mantener a los niños a la sombra, con aire acondicionado o ventiladores, si es posible. Es aconsejable que se bañen o se mojen con cierta frecuencia. Utilizar ropa transpirable, ligera, holgada y de colores claros. Incorporar un sobrero o gorra para proteger la cabeza.
No dejar a los niños solos en el coche bajo ningún concepto: Los vehículos pueden alcanzar en su interior temperaturas altísimas y son causas de golpes de calor fatales todos los veranos.
Un niño que está en el agua debe estar supervisado continuamente por un adulto. No importa que sepa nadar, que use algún método de flotación o que el agua no le cubra. Un ahogamiento puede suceder en pocos segundos por lo que se debe permanecer cerca y evitar distracciones mientras los niños están en el agua: ni leer, ni mirar el móvil, ni hablar con otros adultos.
Asegurar el perímetro de las piscinas particulares con una valla. La principal amenaza de ahogamiento que enfrentan las familias con niños pequeños es el acceso al agua inesperado y sin supervisión (momentos no dedicados al baño) por lo que esta medida evitaría el acceso al agua ante un mínimo despiste.
No se trata de un mito, el corte de digestión existe por lo que se deben evitar inmersiones bruscas en el agua inmediatamente después de una comida copiosa.
El temido corte de digestión existe por lo que es recomendable esperar un tiempo prudencial después de comer (1 hora y media) antes de meterse en el agua o hacerlo de forma paulatina (mojando las zonas más vascularizadas (muñecas, cuello e ingles) o darse una ducha de agua templada antes de introducirse en el agua).
Las más frecuentes son las de mosquito, más molestas que otra cosa por el picor que producen pero que pueden complicarse si son muy numerosas o afectan a niños con alergias. Para proteger a los niños de estas picaduras, si vamos a estar en lugar donde abundan estos insectos, lo mejor es llevar ropa adecuada que cubra bien (manga larga, pantalón largo) y de colores claros.
Además, debemos alejarnos de las zonas con agua a última hora del día, evitar perfumes que atraen a los mosquitos e instalar mosquiteras en ventanas o cunas.
Se pueden usar repelentes de mosquitos, aunque se desaconseja su uso en niños en concentraciones superiores al 10% y en niños menores de 2 años o sobre piel erosionada.
Son muy frecuentes en verano debido a la presencia de humedad de forma continua y repetitiva en el conducto auditivo externo de los niños nadadores que favorece la proliferación de algunas bacterias que ocasionan inflamación y dolor en el oído.
Para prevenirlas se recomienda reducir el tiempo de inmersión y de permanencia en el agua. Si el niño es propenso a sufrir este tipo de otitis en verano, es conveniente el uso preventivo de tapones o gorros de baño , para reducir las posibilidades de entrada de agua.
Además, en todos los casos, es importante secar bien la parte externa de ambos oídos después del baño con una toalla o gasa pudiendo usar también un secador de pelo o un spray secante disponible en farmacias.