LA GUÍA DEFINITIVA
Hace calor, estás sudando y la mascarilla se te pega como un chicle en el zapato. Pocas cosas hay más incómodas este verano pero, por suerte, tiene solución.
Si la humedad del verano ya lo hacía difícil, la obligación de llevar mascarilla por nuestra seguridad y por responsabilidad hacia los demás, agrava la situación durante las olas de calor. Seguro que ya has tenido el impulso de arrancártela de la cara cuando nadie mira, pero como sabemos que esa no es la mejor solución para terminar con la pandemia, te damos otras.
Sirva como recordatorio que es obligatorio usar la mascarilla y mantener el distanciamiento social, pues ambas son medidas de protección. El coronavirus no se ha ido de vacaciones, aunque no puedas verlo y en las noticias no paran de hablar de rebrotes y de aumentos de casos repentinos. Poca broma. Si tienes problemas para respirar a través de la mascarilla debido a las altas temperaturas o las gotas de sudor que corren por tus mejillas te parecen un suplicio, no queda otra que aguantar un poco. Todos estamos en el ajo, así que ya sabes lo que dicen: ajo y agua.
Sin embargo, hay algunas cosas que puedes hacer para contrarrestar el sudor que provoca la mascarilla. Toma nota:
1. La primera y más básica es evitar salir cuando hace más calor. Pero si no te queda otra y notas que no puedes respirar fácilmente a través de la mascarilla, asegúrate que no hay nadie alrededor y quítatela unos minutos. Ponte a la sombra y bebe un poco de agua. Si te sientes mareado o que el corazón se acelera, aléjate del sol y busca rápidamente atención médica. Podrían ser signos de agotamiento por calor.
Una toallita refrescante, una compresa de hielo o un paño húmedo aplicado en la cabeza o el cuello puede ayudarte a refrescarte. Solo ten especial cuidado de no mojar la mascarilla y no tocarte la cara. También puede ser un buen momento para usar abanicos y ventiladores de mano. Una advertencia: si estás cerca de la exhalación de muchas personas, estarás abanicando ese aire, con el consecuente riego de transmisión, pero con suficiente distancia social, puedes usar todos esos gadgets que aún no habías estrenado.
2. Elige un material transpirable. Parte de los problemas respiratorios podrían deberse al material de tu mascarilla. Y quizás esa sea la razón también de que te haga sudar tanto. Respirar bien es tan importante como detener la propagación de la enfermedad. Por eso muchos prefieren los cubre bocas de algodón por su ‘transpirabilidad’ y comodidad.
Un material ligero y transpirable como el algodón mantendrá el rostro más fresco que las elaboradas con materiales sintéticos, y demás ser igual de efectivas. Está comprobado que una máscara de dos capas hecha con una camiseta de algodón se acerca a igualar la eficiencia de una máscara quirúrgica a la hora de detener las gotitas potencialmente infecciosas de la tos y los estornudos. Y además es aproximadamente el doble de transpirable.
Además, los revestimientos de algodón más suaves y livianos también pueden ayudarnos a evitar erupciones o roces por calor y la inflamación de afecciones de la piel como eccemas o dermatitis.
3. Mantén seca la mascarilla. El algodón atrapa menos aire y humedad que las mascarillas quirúrgicas y además es más absorbente, pero si se moja debido a la sudoración, también puede ser menos efectivo para filtrar partículas respiratorias. Por esta razón, y para mantener la mascarilla siempre seca, permanece en lugares bien ventilados para mantener la mezcla de aire y vapor que puede ayudar a evaporar el agua extra (y también a mantener el resto de tu piel más fresca).
Hay mascarillas hechas con materiales especialmente absorbentes como el bambú, que pueden absorber hasta tres veces más cantidad de agua que el algodón. El cáñamo también absorbe bien la humedad, y las mascarillas lavables de mezcla de cáñamo están disponibles online, aunque, como las de bambú, suelen costar más que las de algodón.
4. Olvídate del maquillaje. El calor y la transpiración mezclados con maquillaje o productos grasos para el cuidado de la piel crean un absoluto desastre debajo de la mascarilla sin que te des cuenta. Todo se queda ahí pegado, se obstruyen los poros y la suciedad se acumula. El maquillaje limita también la capacidad de la piel a la hora de evaporar el sudor cuando tenemos puesta la mascarilla. Sin mencionar que los poros cerrados contribuyen a hacer brotar las erupciones de la piel y el acné.
La recomendación de los profesionales es llevar la mascarilla con la cara limpia, tan sólo con una crema humectante y un poco de SPF si vamos a estar fuera mucho tiempo. Otro cambio en nuestro ritual de cuidado de la piel mientras tengamos que usar cubre bocas es evitar los productos con retinoides o ácido salicílico, que algunas personas usan para disminuir las arrugas o el daño solar. Pueden llegar a ser muy irritantes si se usan bajo oclusión o bajo algún tipo de cobertura como la mascarilla. Estos productos es mejor usarlos por la noche y luego lavarnos la cara por la mañana.
5. Lleva siempre una mascarilla de repuesto. Si no puedes evitar sudar con la mascarilla puesta y que esta se humedezca, se ponga fea y pegajosa, el único remedio es cambiarla por otra. Mete una o varias máscaras de repuesto en una bolsa de plástico para poder cambiártela en cualquier momento. De esta manera habrá más posibilidades de mantenerte relativamente limpia y fresca a lo largo del día, sobre todo si es especialmente caluroso. Eso sí, sigue siempre las recomendaciones de seguridad al intercambiarlas, como evitar las multitudes y lavarte o desinfectarte las manos.