No todo el campo es orégano
Los primeros nudistas fueron Eva y Adán, y el Edén el primer sitio nudista del mundo, con mayor o menor vicio, pero de despelote forzoso. Hoy día, para desnudarse tenemos muchos parajes, y los más normalizados para ello son las playas y algunos que otros poblados dedicados al desnudo integral en conexión con la naturaleza, que en algunos casos llegan a confundir a los ojos del que mira con el sexo en grupo en exteriores o con barra libre de tetas para su disfrute.
Como es lógico, el verano es la época del año con mayor afluencia en estos paraísos y es importante informarse antes sobre los lugares y tipos de usuarios para que no haya lugar a malentendidos.
Por un lado están quienes disfrutan del nudismo, del despojamiento de los ropajes y la desopresión textil en su casa y/o en lugares públicos como playas, campings y otros espacios destinados a la vida sin la opresión de la costura. Aquí no hay lugar para eso de “la talla 38 me aprieta el chocho”. A la gente naturista, simplemente, le gusta estar en bolas por simple comodidad y armonía personal. Sin ninguna intención morbosa ni de provocación sexual.
El nudismo se engloba dentro del movimiento naturista, que alguna gente lo compagina con otras prácticas de lo que se considera más "natural", como la alimentación crudovegana, ovolactovegetariana, etc., y un estilo de vida más ecológico para completar la conexión de su vida interior con la naturaleza en su máxima expresión.
Y luego están quienes viven el nudismo y a la vez son liberales, con ideas morales y de buenas costumbres más enterradas en la arena. Es habitual en el ambiente sexual liberal acudir a sitios tradicionalmente nudistas donde compartir la afición por esta conexión con la naturaleza y a su vez disfrutan del despiporre sexual, como se da en mayor medida en lugares como Vera (Almería) o Cap D'Agde (Francia). Aquí conviven personas de ambos estilos de vida y sin aparente conflicto, aunque no a todos los naturistas les hace gracia que los liberales conquisten su terreno llevando el jolgorio por bandera.
Cap es la capital del vicio mundial y es el pan de cada día que en la playa de este poblado naturista se monte alguna orgía improvisada o exhibición sexual abierta a la participación de terceros, aunque sea mirando, en sus arenales orgiásticos popularmente diferenciados. Los mirones (y mironas) son un capital humano muy valorado en este ambiente playero cuando buscas algo más que tomar el sol en pelotas.
El problema en las playas nudistas “normales” a lo largo y ancho de la geografía mundial, se da cuando algún maromo de la caverna confunde una experiencia naturista con el derecho a ir a observar (o incluso tocar) a gente desnuda, sea nudista, liberal o ambas cosas. En estos sitios, donde la gente liberal respeta las normas del lugar, se puede ver a hombres solitarios pasear por dunas, arenales y pedregales para su recreación onanista desvirtuando el patrimonio cultural de la desnudez, y rara es la ocasión que ninguno sea bien recibido salvo contadas excepciones entre parejas swinger y lobos solitarios previamente citados al aire libre por Internet. Porque ni ser nudista implica que lo hagas por exhibirte, buscar mandanga ni orgías romanas, ni ser liberal implica que vayas frotándote entre cualquier piedra y con lo primero que se te ponga delante.